Andor y el sacrificio

El sacrificio es el eje de la serie de Andor. Este concepto se presenta a lo largo de los episodios, acompañado del habitual riesgo asociado, de diferentes maneras, distintos matices y diversas caras. El punto álgido y la culminación de Rogue One: una historia de Star Wars supuso un gran sacrificio; en Andor podemos ver un camino similar diversificado en una gran red de motivaciones de personajes. ¿Qué son capaces de sacrificar para luchar contra el Imperio? ¿Qué riesgo conlleva?

¡Alerta Spoilers!

CAPÍTULO 1: LAS BASES DE UN REBELDE

El primer acontecimiento relacionado con el sacrificio viene a manos de Cassian Andor. Dos guardias tratan de detenerle e importunarle con cualquier pretexto. Zafándose de ellos mata a uno de manera involuntaria y al otro de manera consciente, sacrificando la vida del guardia para no arruinar la suya propia. Esto condicionará su futuro.

CAPÍTULO 4: VIVIR O LUCHAR

Luthen Rael vaticina las acciones rebeldes del porvenir de Cassian Andor cuando le expresa: «Me imagino que, pese a lo que me digas o lo que te digas a ti mismo, morirás luchando contra esos bastardos», como respuesta al «es mejor vivir. Es mejor comer, dormir, hacer lo que quieras» de Andor. Permanecer inmóvil ante un sistema totalitario parece más seguro, más cómodo y podría suponer vivir. Pero, ¿en qué condiciones? ¿Realmente es más seguro cuando en la lotería de un fascismo puede tocarte la papeleta de cualquier atrocidad? 

CAPÍTULO 6: EL COMBUSTIBLE DE LA REBELIÓN

La misión de Aldhani ha prosperado. Lamentablemente, ha supuesto el fallecimiento de varios rebeldes, como el triste caso de Karis Nemik. Todos los integrantes de la misión tenían en mente el enorme riesgo, la notable probabilidad de tener que sacrificar hasta la última célula de su cuerpo. Este ataque fructífero en Aldhani será crucial para tejer la red de la Rebelión y que sus llamas sean cada vez más elevadas.

CAPÍTULO 7: ESTRATEGIA A LARGO PLAZO

Mon Mothma podría mantenerse en su posición acomodada y adinerada, con sus propios dramas personales pero mucho más favorable y con poder que el de la gente corriente. En lugar de ello, decide luchar contra el Imperio y arriesgarse, estando presente la posibilidad de perderlo todo. Vemos en la interacción con Luthen, en su tienda, que trabajan juntos: «Las revoluciones son caras», señala él. Las revoluciones en las obras épicas agradables son más sencillas; en la vida real las revoluciones necesitan dinero, recursos, personas claves, estrategias que ponen a prueba la moral y un sinfín de dificultades. Mon proporciona el dinero. 

«Ya no habrá vuelta atrás», fue lo que le advirtió Luthen cuando construyeron los pilares de la red. El ataque de Aldhani ha conllevado que el Imperio endurezca sus medidas, que sea más opresivo, y esta es una de las preocupaciones de Mon. Sus traspasos de dinero para la lucha pueden ser descubiertos. «¿Tú sabes lo que has puesto en marcha? Palpatine no se contendrá», es la desasosegada respuesta de Mon. Las condiciones sociales van a empeorar por la aparente culpa de los rebeldes en Aldhani. En cierta manera se sacrifica el bienestar inmediato de la gente para un bienestar mayor a futuro, pero la responsabilidad es siempre del Imperio. Éste tiene miedo de perder su poder, su dominio sobre la gente para hacer lo que deseen a su antojo y de que haya una resistencia. Por ello utilizan la carta del miedo empeorando la situación social. No obstante, el miedo tiene dos caras, puede congelar a la gente para que no dé un paso al frente, o puede ser el trampolín para que la masa reaccione, como asevera Luthen: «Necesitamos el miedo. Necesitamos que reaccionen». Han ejercido el poder poco a poco, cuidando los límites, amarrando una correa larga: «El Imperio nos ha ido asfixiando tan despacio que casi ni lo notamos». Y finaliza con un «si no estás dispuesta a arriesgar tu conciencia, ríndete y abandona».

Kleya le ordena a Vel que acabe con la vida de Cassian Andor porque conoce la identidad de Luthen: «Es el precio de la revolución, Vel». Considera que el costoso pago para que la revolución prospere conlleva muertes que no son del enemigo directo.

En una escena retrospectiva, los soldados desfilan por Ferrix y unos locales les vociferan que Férrix es libre. El padre adoptivo de Cassian, Clem Andor, trata de calmarlos para que los soldados no arremetan. Sin embargo, el que sale mal parado es Clem por haber estado en el medio y lo ahorcan. Es fácil divagar y llegar a la conclusión de que si hubiesen estado callados Clem estaría vivo, por lo que su acción supuso ponerle en riesgo y él se sacrificó para que la trifulca no fuese a más. Es cierto, probablemente estaría vivo en aquella época. Con todo, quien lo ha ejecutado a sangre fría ha sido el Imperio, un sistema al que le da lo mismo si has hecho algo deleznable o eres una persona inocente. Podrían haberle arrebatado su vida en ese momento como en cualquier otro.

Maarva Andor tiene la oportunidad de utilizar los créditos que ha conseguido su hijo para irse a otro lugar, ya que Ferrix está bajo autoridad imperial. No obstante, decide quedarse. El ataque rebelde de Aldhani le ha inspirado para enfrentarse al Imperio: «Ya es hora. Seguramente sea inútil, pero yo ya soy vieja y me da igual. […] Si hay héroes tan valientes como para atacar una guarnición imperial, yo también lo soy para quedarme aquí». Llevaba años cambiando su ruta de la plaza para no pensar que allí colgaron a Clem, pero la acción rebelde de Aldhani ha cambiado su percepción. En cuanto se enteró de ello cogió su mejor abrigo y cruzó la plaza con una sonrisa en la cara. Cassian no comprende su decisión y ella le garantiza que lo entenderá más adelante.

CAPÍTULO 8: LA REBELIÓN ES LO PRIMERO

Andor cree que puede disfrutar de los créditos que ha conseguido y vivir apaciblemente en Niamos, una localización idónea para unas vacaciones. Allí el paraíso se tuerce: le encarcelan por el insignificante acto de andar por la calle. Como parte del endurecimiento de las medidas del Imperio, los arrestos y sus condenas han empeorado. Asimismo, las condiciones de los presos se agravan. Dentro de la cárcel discuten sobre ello y el recluso Ruescott Melshi, una persona de confianza para Cassian en Rogue One, se dirige a él: «Te quedarás aquí hasta que ya no les sirvas, asúmelo».

Al Imperio le es indiferente sacrificar vidas que le sean útiles. Además, siendo prisioneros le resulta más factible explotarlos para que monten piezas y deshacerse de ellos cuando sea necesario. A sus ojos las personas son herramientas o prescindibles, según sus objetivos. Los engranajes de este gobierno personificado en fascistas afirmarán vehementemente que buscan el orden, pero el orden es un eufemismo para evitar decir poder. A diferencia de los sacrificios del bando rebelde, los imperiales buscan el beneficio personal por encima de todo el universo, mientras que los que luchan por la revolución buscan el bienestar de todo el universo por encima de su beneficio personal. El imperio sacrifica seres vivos como si fuesen basura; los rebeldes, en cambio, lamentan los sacrificios externos a ellos, e incluso los más extremistas reflexionan y dudan sobre dónde situar las líneas en su ética.

Vel y su amada Cinta viajan a Ferrix. Vel pretende pasar más tiempo con ella, sin embargo, Cinta está completamente inmersa en la acción y prefiere permanecer allí en solitario para vigilar si regresa Cassian Andor: «Esto no es por nosotras. ¿Crees que el Imperio descansa alguna vez? Esta es una lucha a muerte, Vel». Luchar puede suponer sacrificar descansar y las relaciones amorosas, como vimos en Star Wars Rebels. Aunque Kanan y Hera se amaban, lo primero eran las misiones. Así lo asegura Cinta impertérrita: «Te dije desde el principio que la lucha era lo primero. Nos quedan las migajas».

Luthen y Saw Gerrera se reúnen para negociar. Luthen le ofrece un juego de adaptadores para impulsores imperiales y tres deflectores si accede a trabajar con Anto Kreegyr en un plan. Saw se niega, opta por trabajar solo y no poner en riesgo a los suyos por otros. Luthen replica: «Da igual cómo nos imaginemos la victoria cada uno, porque será imposible conseguirla sin ayuda». Las luchas en el mundo real no tienden a conformar un grupo homogéneo en el que todo el mundo está en general de acuerdo. Las escisiones, los grandes desacuerdos y las peleas internas son habituales. Para que haya una unión se sacrifican ideales e intereses. Luthen reitera: «Necesitamos al Imperio. Lo necesitamos furioso y desatado. La opresión engendra la rebelión». Y acto seguido en consonancia con la idea anterior: «Soy un cobarde. Un hombre con miedo a que el poder del Imperio crezca hasta el punto en el que no podamos hacer nada por detenerlo. Soy el que dice “moriremos sin nada si no dejamos las nimiedades a un lado”».

CAPÍTULO 9: ELEGIR UN BANDO

Descubrimos que Vel Sartha es prima de Mon Mothma, y al igual que ella, pone en riesgo una posición acomodada por la rebelión. A causa de ello, en el capítulo anterior, Cinta comenta con cinismo que Vel es una niña rica que huye de su familia. Vel le recita a Mon casi palabra por palabra las frases de Cinta sobre priorizar la Rebelión y continúa: «Están pasando cosas. Hay riesgos. No hay otra forma». A Mon le preocupa que la lucha les venga grande y Vel le corta: «Para. Hiciste un juramento». Más tarde Mon le ruega que sea rica y malcriada por un tiempo, lo que parece una estrategia para no levantar sospechas.

—¿Qué hemos hecho, Vel?

—Hemos elegido bando, combatimos contra la oscuridad.

CAPÍTULO 10: DARLO TODO

Los guardias de la cárcel han asesinado a 100 presos y Cassian quiere aprovechar esta situación para convencer a Kino para escapar. Tratar de salir de la cárcel es un riesgo elevado por el que pueden arrebatarles la vida. Kino duda y Cassian le declara convencido: «Prefiero morir intentando vencerlos que morir dándoles lo que quieren». Si permanecen en la cárcel serán explotados cada día y morirán sirviendo al Imperio, ya sea por vejez como Ulaf o porque consideren que deben matarlos como a los prisioneros del otro sector.

Mon, para que no descubran sus movimientos de dinero, recurre a Davo, acción que le incomoda sumamente, ya que no es un hombre limpio.  Como suponía, éste le pide algo que detesta, que su hijo de 14 años se case con la hija de Mon, de 13 años. Los compromisos nupciales a temprana edad son una tradición chandriliana, que además de haberla vivido, Mon la aborrece. Esta oferta la enfrenta al dilema de decidir si sacrificar a su hija o que descubran sus financiaciones. ¿Es más importante el bienestar de su hija y ahorrarle el mismo destino en una tradición arcaica? O por el contrario, ¿es mejor decisión no perderlo todo y que su hija no tenga que vivir bajo el yugo del Imperio?

Cassian logra convencer a Kino, y él a su vez a los prisioneros de su zona. Se organizan para atacar a los guardias en el momento del reemplazo de Ulaf. Se ponen en riesgo, el intento de huida es victorioso pero algunos no sobreviven. Desgraciadamente, cuando llegan al agua y se lanzan, que es la única salida, Kino apesadumbrado les dice que no sabe nadar. Es lo último que sabemos de él.

El Imperio ha descubierto que Anto Kreegyr planea un atentado contra la planta de Spellhaus y estarán allí esperándole. Luthen decide no avisarle. Si lo hace, cuando los soldados vean que no hay ningún ataque, sospecharán que hay una red rebelde que llega hasta sus dominios. Por lo tanto, va a sacrificar a Kreegyr y a sus 50 hombres. Luthen cuenta con Lonni, un supervisor del BSI que le proporciona información valiosa. Lonni desea dejar esta especie de vida de doble agente porque acaba de tener una hija y ansía vivir más tranquilo. Luthen se lo impide, no puede prescindir de los datos que puede ofrecerle desde el BSI, y le recuerda con la misma oración de Vel para Mon: «Hicimos un juramento». Lonni, abatido, le pregunta: «Mi sacrificio no te importa nada, ¿verdad?». Él le responde que tiene en consideración la doble vida que ha llevado y el malestar que le ha supuesto. Lonni le hace otra pregunta: «¿Y qué sacrificas tú?». Luthen entonces desata uno de los discursos más memorables de la serie, como una oda personal a su sacrificio:

Calma. Amistades. Familia. Amor. He renunciado a toda posibilidad de calma interior. Mi mente se ha vuelto sombría. Comparto mis sueños con fantasmas. Me despierto a diario con una ecuación que formulé hace 15 años y que tiene un único resultado: estoy condenado por lo que hago. Mi furia, mi ego, mi negativa a ceder, mis ansias de luchar… Me han colocado en una posición sin escapatoria. Soñaba con ser un salvador y luchar contra la injusticia, sin reparar en el precio, y cuando miré abajo ya no había suelo bajo mis pies. ¿Qué cuál es mi sacrificio? Estoy condenado a usar las herramientas de mi enemigo para vencerlo. Renuncié a mi decencia por el futuro de los demás. Renuncié a mi vida por un amanecer que jamás veré. Y el ego que inició esta lucha jamás recibirá el reconocimiento ni el consuelo de la gratitud. ¿Qué qué sacrifico yo? ¡Pues todo!

CAPÍTULO 11: CADA SACRIFICIO

Luthen le cuenta a Saw Gerrera la situación de Kreegyr. Puede habernos dado la impresión, anteriormente, de que Luthen ha valorado las posibles muertes en Spellhous como un simple sacrificio calculado. No es así, en su conversación con Saw le corrige en más de una ocasión que serán 30 bajas más la de Kreegyr. Esto nos indica que tiene en mente a cada uno de ellos, cada muerte.

CAPÍTULO 12: EL FINAL ES UN COMIENZO

La senda de algunos de los sacrificios llega a su final: Anto Kreegyr y sus hombres perecen cayendo en la trampa del Imperio; Mon casa a su hija, quizá aprovechando los gastos de su marido en el juego y la mentalidad tradicional de Leida; inspirada por el emotivo y apabullante discurso de Maarva en su funeral, la comunidad de Ferrix despierta y se rebela contra el Imperio, con éxito y bajas.

Las anticipadas palabras de Maarva son las que más resuenan en el episodio: «La llama ya había prendido, él es sólo la chispa del fuego. Dile que ya sabe cuánto necesita saber y siente cuanto necesita sentir. Y que el día que ambas cosas vayan de la mano, él será una fuerza imparable del bien», presintiendo el papel altruista de su hijo en la resistencia y del que indudablemente estaría orgullosa. Y su cerilla para sublevar a Ferrix, para que sacrifique su contaminada comodidad y se enfrente al Imperio:

Quiero que sigáis, quiero que Ferrix continúe. […] Estábamos dormidos. Nos teníamos los unos a los otros, a Ferrix, nuestro trabajo, nuestros días y nos dejaban en paz. Manteníamos las rutas abiertas y nos dejaban en paz. Aceptábamos su dinero y los ignorábamos. […] Le di la espalda a una verdad que no quería afrontar. Hay una herida que no cicatriza en el centro de la galaxia. Una oscuridad que se extiende como el óxido y lo engulle todo y a todos. La dejamos crecer y ahora está aquí. Está aquí y ya no sólo está de paso. Quiere quedarse. El imperio es una enfermedad que se agrava en la oscuridad y nunca está tan activa como cuando dormimos. Es fácil para los muertos deciros que peleéis y tal vez sea cierto que luchar es inútil. Puede que sea tarde, pero os diré algo: si volviera a nacer, despertaría y me enfrentaría a esos malnacidos desde el principio. ¡Enfrentaos al Imperio!

Todo lo que ha vivido Andor, incluyendo el manifiesto de Nemik, lo convierte en un nuevo recluta para la Rebelión, alguien dispuesto a sacrificarlo todo por el bien de la galaxia.

El equipo detrás de Andor ha confirmado que el sacrificio es el corazón de la serie, que es una constante en la obra y que se presenta en múltiples formas. En una entrevista para Nerdist, Beau Willimon, escritor de la serie, y Sanne Wohlenberg, productora ejecutiva de la misma, señalan que es el tema predominante. Los diferentes personajes sacrifican algo y no tiene por qué ser necesariamente su vida. Willimon apunta, usando de modelo la situación de Mon con su hija, que hay sacrificios peores que la muerte. El escritor explica, además, que son personajes ordinarios en situaciones extraordinarias. Sus vivencias con la familia, por ejemplo, no nos son ajenas y podemos ponernos en sus zapatos y a partir de ahí preguntarnos: en su situación, ¿en qué creeríamos? ¿Cuáles serían nuestros límites? ¿Qué sacrificaríamos?

KanNa
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«Yo no soy una Jedi»