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Andor, un ensayo sobre la esperanza

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I. Entre el sable y la fábrica: política y mito en el Star Wars de Disney+

Aunque Star Wars siempre ha sido una space opera que amalgama ciencia ficción y fantasía, en sus producciones recientes se advierte una voluntad por acentuar registros —con mayor o menor fortuna en cada tentativa— que empieza a perfilar sensibilidades divergentes dentro del mismo universo. Sabiendo que las ramificaciones son múltiples y que caben matices al margen, vamos a centrarnos en dos ejes reconocibles a través de dos series recientes de Disney+: Andor y Ahsoka.

Por un lado, Andor se mete de lleno en la microfísica del poder, la resistencia ciudadana, el totalitarismo, la burocracia imperial, el sacrificio ético-político. Por el otro, Ahsoka retoma los elementos mitopoéticos: la Fuerza como misterio, el eco infinito de los elegidos, los mundos ocultos, los símbolos arquetípicos, la épica espiritual. Ambas operaciones representativas están inscritas en el sustrato fundacional de Lucas, y ambas deciden qué ignorar y qué retomar para construir su particular discurso formal.

Andor pone lo político tan en primer plano que muchos la han leído casi solo en clave ideológica: análisis del ascenso del fascismo, la banalidad del mal en la burocracia imperial, el precio ético de la resistencia, la maquinaria del poder como telón de fondo de cualquier gesto humano. Todo eso está, pero reducirla a eso es arriesgarse a ver Andor como una pancarta muy bien rodada, y no lo es. Como cualquier obra, voluntariamente o no y por simples que sean sus presupuestos, Andor aúna diversas sensibilidades y es compleja, cuya potencia no se agota en sus tesis, que no son más (ni menos) fértiles que las de la saga con la que dialoga; una saga condicionada, claro, por los pactos ideológicos del Hollywood que la produce.

Lo que propongo es lo siguiente: si reducimos Andor a una tesis política, corremos el riesgo de pasar por alto que su naturaleza es la de una exploración estética de la representación misma, que de hecho es su gran diferencia y aportación a la saga por su carácter tonal. Es decir, Andor no solo muestra una revolución, sino que piensa —en sus formas, cortes, encuadres, ausencias sonoras, en los términos que usa, en dónde decide mirar— cómo se representa una revolución.

Para hablar de Andor, partimos de que su relación con la obra de Lucas es extremadamente sensible y respetuosa con su sustrato ideológico, hasta el punto de ser casi conservadora al llevar sus motivos e inquietudes al mismo lugar que la saga original. Los temas son los mismos en el fondo, pero cambian los términos: la responsabilidad y los afectos del jedi ahora son una cuestión de impureza revolucionaria, donde lo íntimo se vuelve una especie de enemigo de la rebelión, generando tensiones que desembocan en escenarios conocidos —el triángulo Bix-Cassian-Luthen como eco de Padmé-Anakin-Consejo Jedi—. Al final, ambas obras apuestan por afirmar que en la revolución caben las dos cosas, incluso en personajes que encarnan solo la responsabilidad revolucionaria y otros que, libre y esperadamente, caminan entre ambos mundos.

En resumen, si Lucas proponía una ética del elegido, Andor apuesta por una ética de la renuncia. Y al final, ambas narrativas se encuentran irremediablemente: en la revolución caben los puros y los contaminados, los mártires y los cínicos, los solitarios y los que aún creen que amar no es una debilidad. La operación de fijarse en ellos es esencialmente formal —porque tiene que ver con a quién se mira, más que con las conclusiones— y merece tanto análisis como los temas que la motivan. Ahora hay espacio para una ópera mitológica y para un thriller fabril. Hay espadas láser y hay huelgas. Hay místicos de túnica y sanadores, pero también guerrilleros y sindicalistas con carpeta. Y ambas cosas —esto es lo importante— siempre han estado de alguna forma en Star Wars, lo nuevo es el desequilibrio.

II. Bailar bajo la sombra del Imperio

Una vez hayamos estudiado Andor para explorar su afinidad ideológica con el universo original de Star Wars y las operaciones formales que le dan cuerpo y ritmo, toca detenernos en un momento enigmático y potente: el baile de Mon Mothma en el último episodio del primer tríptico de la segunda temporada de Andor.

A primera vista, podría parecer una escena ornamental —otra coreografía aristocrática en un entorno imperial asfixiante—, pero, si la tomamos en serio, se revela como una condensación densa del conflicto central de la serie: la lucha entre forma y contenido, espectáculo y resistencia, compromiso y entrega. No es un momento que interrumpe el relato para reforzar la atmósfera. El gesto de Mothma no ilustra, produce: no traduce una idea previa, la genera en acto.

Aquí no hay símbolo fácil ni metáfora directa. Mon Mothma baila, pero no como quien celebra o se deja llevar por el placer. Su cuerpo está en escena, sí, pero su conciencia está en crisis, ajena a la realidad que le ocupa. Frente a ella, su esposo funciona como apunte antropológico: un sujeto hedonista, despolitizado, feliz de haber cedido el pensamiento a cambio de confort. Su presencia, siempre un poco de más, representa esa deriva naturalizada que hace del privilegio un estado de ánimo. Él vive en el espectáculo, pero no lo habita. Mothma, en cambio, se contamina de él para desactivar su gramática. No lo niega: lo recorre desde dentro con gesto firme. Y eso basta para subvertirlo.

Esto abre un espacio interesante: ¿se puede resistir desde dentro de la forma? ¿Puede el arte —y, por extensión, el entretenimiento— alojar la contradicción sin resolverla, sin «superarla» como pediría una lógica revolucionaria que desconfía de lo ambiguo? El baile de Mothma no responde con claridad, pero plantea la pregunta. Y en esa pregunta está parte de la potencia formal de Andor, que no predica ni adoctrina, sino que pone al espectador en una posición incómoda que responde a una construcción de la evidencia, de lo que conlleva la incuestionable necesidad de lo revolucionario.

Esta escena no es un epílogo a este primer acto, sino un eje estructural. En el baile y los gestos que lo rodean —la traición necesaria de Luthen al decidir acabar con su amigo, la blandura nihilista del marido, el artificio imperial— se condensa una red de tensiones que atraviesa la serie y cuestiona el lugar del espectador en el espectáculo que consume. No se trata de «leer políticamente» la escena, sino de asumir que la política está en la forma misma; que la estética no es un disfraz del contenido, sino su manera de insistir en el mundo.

III. Impurezas: «la santa mundana», la forma como fuga y la resistencia desde dentro del aparato industrial

Una pregunta que flota de forma orgánica a raíz de todo esto —y que no hay que despachar con sarcasmo— es si una serie industrial, nacida en la factoría Disney, puede realmente operar políticamente. ¿No está condenada, por diseño, a reproducir la ideología de su matriz corporativa?

Sí… pero maticemos. Fredric Jameson sugiere que incluso los productos más alineados ideológicamente pueden contener «deseos utópicos»: zonas de ambivalencia o de fuga, latencias de sentido no del todo absorbidas por su función. La clave está en cómo se articulan esos deseos y si el texto permite leerlos como tales. En Andor, el lenguaje visual, la música, la estructura coral, las decisiones de montaje… todo apunta a una pulsión de sentido que va más allá del guion. Hay una estética del ahogo que no es neutra. Una incomodidad que no busca epatar: quiere sacudir.

Tal vez lo más político que puede permitirse una serie de Disney es esa incomodidad persistente. No el eslogan, sino el malestar formal. Un malestar que se nutre de su condición impura para resonar con más fuerza. Cuando un gesto, un plano o un baile vehicula las lecturas de la serie, se abre un grado de interpretación que opera con mayor fuerza. Andor no se puede leer desde una lógica binaria de «compromiso» o «evasión». Su propuesta es abrazar la impureza como destino: no hay un afuera del espectáculo, solo maneras de habitarlo con más o menos lucidez. El análisis también cae en esa trampa: hablar de Andor es tropezar con las tensiones que la serie señala en sus gestos. Pero tal vez ese sea el camino: no evitarlas, sino habitarlas.

No hablamos de una «suciedad» moral ni de una mancha accidental, sino de una impureza estructural. El arte siempre ha dialogado con las formas del poder. La pintura clásica habitó cortes, pero coló mundos privados en escenas oficiales. La arquitectura construyó templos para la dominación, pero también refugios para lo colectivo. Las artes dramáticas —literatura, teatro, cine— han florecido dentro de sistemas opresivos y aún así los han maleado desde dentro de sus universos. Luis García Berlanga, en plena dictadura franquista, ofreció ironías y disonancias donde debía haber propaganda. Manuel Mur Oti tensionó el melodrama para sacar a flote contradicciones morales principalmente relacionadas con lo femenino. Las grandes películas de Hollywood —desde Blade Runner (Scott, 1982) hasta Eyes Wide Shut (Kubrick, 1999), e incluso las fugas de la Edad de Oro de Hollywood esquivando las balas que imponía el Código Hays, algunas veces hasta manifiestamente accidentales como en Objective, Burma! (Walsh, 1945)— desafían el aparato industrial sin renunciar a sus formas espectaculares. La comparación con Andor puede parecer caprichosa, pero no va tan orientada a la fuerza o relevancia de la obra y sus ideas, sino al tipo de espacio en el que ha sido gestada.

Dicho esto, la lección es clara: el arte industrial no vive en un exterior puro del poder. La resistencia estética, si ocurre, sólo puede ser desde dentro, no como coartada, sino como tensión: una forma que se pliega y se estira, que se acomoda sólo para torcerse. Eso encarna Mon Mothma: su baile no busca escapar del espectáculo, sino deformarlo. No es evasión, es fricción. Por eso no se opone a Luthen Rael como un simple polo complementario. Luthen renuncia a todo para ser una herramienta revolucionaria, sin placer, sin rostro, sin baile. Mothma, en cambio, resiste desde dentro, entre el lujo y la mentira, entre la coreografía del poder y la rigidez del deber.

Esta figura —que, como ensayo poético, podríamos llamar una «santa mundana»— encarna una política posible del audiovisual mainstream contemporáneo: no redimirse, sino habitar el conflicto. Andor no predica una utopía o una distopía futura, sino que pone en escena el presente y el pasado reciente con sus propias armas, sin esconder su impureza ni pedir disculpas por ella. Una impureza que no sólo se muestra en este caso, quizás el más evidente y por añadidura climático por su cualidad esclarecedora, sino que se registra en cada representación de los rebeldes que se muestran en la serie. Este baile es el amor para Cassian y Bix, la adicción para esta última, la gestión del dolor latente del también adicto Saw Gerrera, la vida más allá del compromiso para Kleya… todos son, de alguna manera, santos mundanos cuyas dependencias con la vida se confrontan con su integridad revolucionaria.

IV. Andor, ¿un alegato contra el mito?

El verdadero valor de Andor no está en inventar temas nuevos —sus ideas de fondo son, en esencia, las mismas que las de la saga original—, sino en cómo las somete a prueba. La serie convierte Star Wars en su propio campo de resistencia: interroga sus supuestos, desmantela sus pulsiones épicas, descompone su gramática visual y su arquitectura moral para comprobar qué queda en pie cuando se raspa el barniz del mito. Lo que emerge es un ejercicio radical de realismo, no solo estilístico, sino epistemológico: Andor no representa la esperanza como metáfora, energía mística o giro de guion; la disecciona, la problematiza, la arriesga. El manifiesto de Nemik es una joya rara: un texto político que racionaliza la esperanza como análisis y como acción, no como consigna. Su tono —mezcla de documento clandestino, sermón laico y pensamiento en voz alta— evidencia la apuesta de la serie: todo debe ser pensado de nuevo. No hay esperanza sin memoria, sin organización, sin sacrificio, sin discurso. Entender la lógica de la esperanza es, aquí, el motor indispensable de la revolución.

Lo milagroso es que el núcleo temático de Star Wars sobreviva a ese escrutinio, que sus ideas resistan al despegarse de la capa pulp y enfrentarse, sin coartadas, al mundo real: al miedo concreto, a la opresión específica, a los dilemas morales sin desenlace limpio. Andor no desmiente a Star Wars, sino que la continúa desde su costado más racionalista: muestra cómo la determinación del héroe puede nacer no del aura del destino, sino del reconocimiento analítico de una estructura injusta. Cassian Andor no es menos valioso como héroe que Luke Skywalker; es, simplemente, más complejo. Carga con las zonas ciegas que la trilogía original dejaba fuera, por decisión narrativa o por los límites industriales de su tiempo. La falta de escrúpulos de sus personajes, su ambigüedad, su pragmatismo… no le restan grandeza: la recalibran. Y al heredar las ideas de la saga para pensarlas desde otro lugar, Andor acaba reivindicando incluso el engranaje pulp que le dio origen.

Al fin y al cabo, Andor no interroga a su saga, sino al propio concepto de fondo ideológico en la ficción. ¿Hay realmente un «fondo»? ¿Es el contenido político algo que está debajo de la forma, como un mensaje oculto, o se manifiesta en la forma misma, en sus estrategias, silencios, ritmos, selección de imágenes, gramática ética? Como dice Jacques Rancière, la política del arte está en cómo dispone lo visible, en la redistribución de lo sensible. Andor no sólo tematiza la resistencia, sino que la practica desde su dispositivo formal, renunciando a los códigos fáciles, al espectáculo inmediato y a la ironía tranquilizadora. En lugar de prometer la revolución, simula sus condiciones de posibilidad. Sin embargo, todas estas operaciones sirven para legitimar las ideas que recoge; nos enseña que este es el resultado de dialogar «en serio» con el sustrato ideológico y formal de Star Wars.

Andor, como podemos deducir que también Star Wars, se alinea con una genealogía impura del arte —e insisto en el arte y no en los artistas y sus condiciones, que suscitarían otro tipo de debate— que ha sabido habitar estructuras opresivas. En un ecosistema industrial donde estas producciones se asumen como mercancía, en el caso de Andor introduce pensamiento, densidad y riesgo en un objeto que, a simple vista y desde su concepción industrial, es puro entretenimiento de masas. Su gesto político no está siempre en lo que dice, sino en cómo se sostiene: en su rechazo al tono cómplice del mainstream actual, esa ironía de segunda mano que, como decía Miguel Marías sobre Raiders of the Lost Ark (Spielberg, 1981), película fundacional de esta condición que llega a nuestro presente, sirve de escudo contra la vergüenza. Andor se quita ese escudo. Se expone. Cree en lo que muestra sin cinismo. Esa seriedad —rara, casi anacrónica, aunque algo emparentada por su gravedad con ciertos arrebatos de clasicismo en las precuelas— la hace un cuerpo extraño en su ecosistema y, quizás, una de las representaciones recientes más honestas de Star Wars. Esto no significa que una comedia de Star Wars no pueda tener cabida; de hecho, creo que sería deseable. La clave está en la seriedad de la forma.

La influencia de Mark Fisher, cuya lucidez ha sido —y sigue siendo— fundamental para pensar la relación entre deseo, cultura y capitalismo, ha dejado también una huella paradójica: la de cierto escepticismo programático que, heredando lo más sombrío de su diagnóstico, ha convertido su pensamiento en una suerte de condena sin apelación para toda forma cultural que emerja del mainstream. El riesgo no está en la crítica —que de hecho es justa y urgente—, sino en la clausura de toda posibilidad estética allí donde interviene la lógica industrial. Atribuirle al sistema tal capacidad de asfixia es concederle más poder del que merece. El capitalismo es eficaz a la hora de aplanar, de propiciar la mediocridad, de estandarizar los signos; pero no ha logrado, ni logrará, erradicar las fugas, los gestos, las formas que se escapan. No hay régimen —ni el económico, ni el político, ni el simbólico— que haya logrado impedir que el arte, incluso alojado en su vientre, produzca zonas de tensión. Hay una trampa lógica también en el extremo opuesto: entender, como propone Pedro Vallín, que la cultura de masas es la única realmente emancipadora. Una afirmación que me parece rotundamente equivocada. Umberto Eco, en Apocalípticos e integrados (1964) —quizás la lectura más sugerente para este debate—, reconoce el potencial de la cultura popular sin desatender la simplificación ideológica y el consumo irreflexivo que a menudo implica. Eco no desactiva el conflicto: lo expone. La idea que propongo aquí es que el capitalismo tardío asume un riesgo cuando absorbe e instrumentaliza la disidencia. Un riesgo que puede y debe ser explotado: tanto extrayendo pensamiento de sus fugas como señalando su estrategia. Andor, como otras obras surgidas del interior de la maquinaria cultural dominante, no se limita a sobrevivir a esas tensiones: las hace hablar.

Tal vez por eso acierta tanto al retratar al Imperio no como un ente en máxima alerta, sino como una maquinaria confiada, relajada, saturada de su propia lógica. Un sistema que, en su pretendida estabilidad, se vuelve poroso. Esa laxitud inconsciente permite que ciertas grietas puedan abrirse desde dentro. Y si esa imagen funciona como metáfora política, lo hace también como analogía con el estado del arte en contextos industriales: cuando el sistema hegemónico cree haber absorbido toda anomalía, baja la guardia. Y es entonces cuando pueden colarse obras que no refuerzan la estructura, sino que la desgastan en sus bordes. No se trata de idealizar el arte producido bajo condiciones capitalistas, sino de no dar por perdido, de antemano, todo lo que sale de él. A veces, la herramienta que mina el régimen no llega desde fuera, sino desde un pliegue interno que parecía inofensivo.

De nuevo, no creo que haya que entender Andor como una herramienta política y reivindicarla principalmente desde esta óptica, porque no es ni su lugar en el espacio ni su objetivo, que en todo caso se adhiere a la política para realizar una exploración estética de su representación. Pero todo lo que hay de subversivo en Andor (sea mucho o poco) se cifra en ese gesto: resistir desde el corazón del imperio narrativo. No necesariamente por las convicciones de sus creadores, sino por lo que la serie es y cómo se declama. De hecho, quizás su sentido solo aparece como parte de ese engranaje; no existe una Andor alternativa, desligada de las imposiciones industriales, porque en ese mundo sus ideas quizás ya estarían superadas. Como el arte clandestino en palacios, el teatro político en escenarios estatales, o el cine que encuentra libertad bajo censura a través de la elipsis o la estructura, Andor demuestra que la potencia crítica del arte no reside en su pureza, sino en su capacidad para tensar los lenguajes heredados hasta que crujen. Que una obra así emerja desde una de las franquicias más normativas del siglo es una paradoja hermosa, pero también un recordatorio —de tono casi histórico— de que todavía es posible pensar, resistir y narrar desde dentro del espectáculo.

V. Lo íntimo como horizonte

La imagen final de Andor, con Bix sosteniendo al bebé que ha tenido con Cassian, puede parecer a primera vista un giro algo anticuado, un cliché con cierto aroma a conservadurismo rancio. De hecho, no es una crítica injusta: cerrar una serie que nos está hablando de un equilibrio con una nota en la que se inclina tanto la balanza, con una imagen que nos remite a ideas tradicionales que han parasitado un tipo de narrativa durante gran parte de la historia del medio, puede parecer una patinada insostenible. Hay un debate legítimo sobre si Andor aterriza bien las ideas que subyacen en esa imagen o si, en su afán por cerrar el arco final con contundencia, cae en una solución que se adhiere a una tradición cuestionable. Aquí es donde la serie se presta a una crítica fértil, un espacio para preguntarse si su apuesta pierde colmillo al abrazar una imagen tan cargada de tradición. Pero, rascando un poco, esa escena puede operar en otro grado de lectura: el bebé de Cassian no es sólo un símbolo de futuro, sino una apuesta por la convivencia entre lo íntimo y lo político, un recordatorio de que el compromiso personal es el ancla que mantiene viva la revolución.

Esa criatura, nacida en la sombra de la guerra, no es un mero accesorio sentimental resultado de la exigencia de un final emotivo. Su existencia apunta al horizonte que justifica la lucha: una vida que crece en paz, al margen de la violencia y la opresión. No se trata de que lo íntimo y lo político sean lo mismo, como si la revolución pudiera resolverse sólo desde lo doméstico, sino de que ambos exigen coexistir para que la lucha tenga sentido. Sin lo personal —el amor, los cuidados, los amigos (que tenemos en todas partes), la familia, la posibilidad de un futuro humano—, la resistencia se vuelve una máquina fría, tan deshumanizada como el Imperio al que combate. Bix, sosteniendo a su bebé, no es sólo una madre o una figura de redención; es un espejo que refleja por qué pelean los rebeldes: no solo por derribar un sistema, sino por construir un mundo donde lo humano pueda florecer. Al igual que la serie muestra la necesidad de usar las armas de tu enemigo para combatir contra él, con esta imagen señala el futuro por el que deberíamos luchar; esa alternativa humanista a la hegemonía imperial.

Porque lo que Andor está proponiendo es que la vida no es el fin de la revolución, sino su consecuencia inevitable. Que ambos mundos, el de la lucha y el de la intimidad, exigen sus propias lógicas, sus propios tiempos. La serie no propone reconciliación alguna. No hay flores en los fusiles. Lo que propone es partirle la cabeza al opresor con un ladrillo. Y acto seguido, regar las plantas. Porque tras la gesta, hay tierra. Hay ropa sucia. Hay un hogar deshecho que pide ser reconstruido con las mismas manos que acaban de empuñar el arma. Que hay una vida que permanece, que espera, que exige ser cuidada, y que esa exigencia no es ajena al compromiso revolucionario, sino su prolongación más difícil. Esa vida —ese espacio íntimo conquistado no por concesión, sino por retirada estratégica del símbolo hacia el refugio— representa una pequeña victoria. Es un significante al margen del discurso declamado que articula la idea de un terreno ganado al poder, no porque esté fuera de él, sino porque lo tensiona desde dentro: la paz no como descanso, sino como forma de resistencia continua que no se invoca durante la guerra ni supone un abandono, sino una responsabilidad paralela y necesaria.

Esta imagen, aunque cuestionable por su aparente facilidad, dialoga perfectamente con el resto de Andor. Si el baile de Mon Mothma tensionaba el espectáculo desde dentro, el bebé de Cassian y Bix tensiona la revolución desde su consecuencia más vulnerable, desde la urgencia de una vida que requiere cuidados tanto como la guerra pide violencia. No es un final complaciente, sino una pregunta: ¿qué queda después de esta violencia? ¿Qué protege la lucha si no es la posibilidad de lo cotidiano, de lo pequeño, de lo que late fuera de las formidables y valerosas gestas de la revolución? Aquí, Andor no traiciona su realismo: el bebé no promete un paraíso, sólo un recordatorio frágil de que la revolución, para serlo, debe mirar más allá de sí misma. Y, en esa fragilidad, la serie encuentra una última forma de resistir: no con sables láser ni manifiestos, sino con la terca insistencia de la vida, o incluso del propio arte, que sigue creciendo en las grietas del Imperio.

La comunidad de Star Wars se moviliza para reclamar un nuevo Battlefront

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No es ningún secreto que la saga Battlefront es una de las series de videojuegos más populares de la franquicia. No en vano, sus entregas permiten a los fans sumergirse de lleno en épicas batallas ambientadas en algunos de los escenarios más emblemáticos del universo de Star Wars en compañía de decenas de jugadores en línea.

La serie Battlefront ha estado dividida en dos etapas, los clásicos de la década de los 2000 de la época de la antigua LucasArts y los nuevos, desarrollados en la era Disney. En la primera etapa se lanzaron Battlefront I (2004) y Battlefront II (2005), ambos desarrollados por Pandemic Studios, más un Battlefront III (2008) desarrollado por Free Radical Design que fue cancelado y recientemente fue rescatado por fans. La serie recibió un reboot en la segunda década des siglo XXI con el lanzamiento de dos nuevos Battlefront desarrollado por DICE, filial de Electronic Arts.

La última entrega que tuvimos fue Star Wars: Battlefront II, lanzada en 2017, la cual se llevó varias críticas debido al pobre contenido que incluía en sus inicios y a la presencia de las microtransacciones, posteriormente eliminadas. Aún así, con el paso de los años, el juego aumentó progresivamente su contenido de las distintas eras y modos de juego y acabó amasando un comunidad sólida de jugadores fieles. Lamentablemente, cuando parecía que pasaba por sus mejores momentos, el 29 de abril de 2020 recibió su última actualización de contenido con la adición del mapa de Scariff.

 

¡Battlefront 2 supera todos sus récords!

→ Más de 18.000 jugadores simultáneos en Steam.
→ Pico de 329.000 jugadores entre todas las plataformas durante el sábado.
→ Se duplican las búsquedas del término “Battlefront” en Google sobre su máximo anterior.

#MakeBattlefront3

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— WookieeNews (@wookieenews.bsky.social) 26 de mayo de 2025, 15:36

A lo largo del último mes, Battlefront II ha recibido un aumento exponencial del tráfico de jugadores tanto en PC como en PlayStation, según reflejan las estadísticas de Steam Charts y PS Time Tracker. Dicho incremento probablemente empezó a raíz de las promociones lanzadas el 4 de mayo con motivo del día de Star Wars, por ejemplo el descuento del 75% en el precio del juego y el lanzamiento del Lote triple de EA Star Wars, que incluye la edición de lujo de Jedi: Fallen Order, Squadrons y el propio Battlefront II. También pudo haber contribuido a ello un posible repunte en el interés del público por Star Wars motivado por eventos como el reciente reestreno de La venganza de los sith, la 2ª temporada de Andor y el evento de Fortnite Star Wars: Galactic Battle.

Ante este regreso de la actividad a los servidores, la comunidad del Battlefront y el fandom de Star Wars en general se ha movilizado en redes sociales para reclamar ante EA y Lucasfilm Games el lanzamiento del tan deseado Battlefront III haciendo viral la etiqueta #MakeBattlefront3. A esta campaña se ha sumado incluso Muhannad Ben Amor, el actor que ha interpretado a Willmon Pak en Andor, quien ha revelado ser un gran fan de la serie de videojuegos con 469 horas jugadas al Battlefront II.

Para reforzar la petición, sectores de la comunidad alentaron a los jugadores a conectarse al Battlefront II durante el fin de semana del 24 y 25 de mayo con el objetivo de alcanzar el máximo histórico en todas las plataformas. Y ha sido todo un éxito, pues durante la noche del 24 de mayo se alcanzó un pico máximo de hasta 329.000 jugadores entre todas las plataformas. Concretamente, en Steam se han alcanzado cifras de hasta de hasta 18.400 jugadores simultáneos según las estadísticas de Steam Charts, cuando la cifra máxima previa a la movilización era de 10.345. También cabe destacar que durante el fin de semana se han duplicado las búsquedas del término «Battlefront» en Google respecto a su máximo anterior.

¿Hay esperanza?

Las últimas noticias al respecto del posible desarrollo de Battlefront III datan de finales de 2021, cuando el insider Tom Henderson reportó que DICE puso sobre la mesa desarrollar una nueva entrega de la serie, una propuesta que supuestamente EA rechazó debido a los costes de las licencias. En su lugar, DICE está actualmente centrada en el desarrollo de nuevos títulos de la franquicia Battlefield.

Por otro lado, Mats Holm productor de Battlefront II, ha expresado en varios comentarios de Reddit su deseo de hacer una nueva entrega de la serie, pero comenta que actualmente la mayor dificultad al respecto es que la mayoría de integrantes de su equipo ya no trabaja para DICE. “Tras escuchar a mis excompañeros, queremos reunirnos de nuevo”, dice Holm. “No espero que Battlefront 3 se anuncie al final de este repunte. Pero en general, sí, creo que hay gente hablando de ello.”

Holm también comenta que ve más factible hacer un remaster del Battlefront II y especula que eso podría allanar el camino para una futura tercera entrega. “Ahora mismo un Battlefront 3 no, pero sí un remaster de Battlefront 2 para consolas que llegue en 2027-2028”, sugiere en sus comentarios. “El tiempo de desarrollo sería de unos 2-3 años. Hay una lista enorme de mejoras que este juego podría tener, y actualizarlo siempre fue parte de nuestra lista de deseos. Una vez eso sea un éxito, entonces se empieza con el 3. Ya tendrías un equipo familiarizado con el motor, los recursos, y podrías comenzar su desarrollo mucho más rápido, además de contar con el apoyo de una nueva base de jugadores. Sería un plan de 5-6 años, pero es mucho más probable que tenga éxito”, zanja el exproductor.

Solo el tiempo dirá si EA atiende las peticiones de la comunidad y ve el interés suficiente como para decidirse a retomar la exitosa serie de videojuegos. Battlefront III ahora mismo parece más un sueño que una realidad, pero está claro que el actual pico de actividad que está recibiendo Battlefront II no va a pasar desapercibido.

‘La venganza de los sith’: todas las curiosidades de la película

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El 19 de mayo de de 2005 se estrenaba en cines La venganza de los sith, la tercera entrega de la trilogía de precuelas. George Lucas ofrecía al público una película tan épica como desgarradora con la que relataba la trágica caída al lado oscuro de Anakin Skywalker y el ascenso del Imperio Galáctico. 20 años después sigue siendo una pieza de culto para los fans, tal y como demuestra su reciente regreso a los cines al convertirse en el tercer reestreno más exitoso de la historia.

Para conmemorar su 20º aniversario, repasamos algunas curiosidades relacionadas con su preproducción, rodaje y algún detalle de lore. Para llevar a cabo este artículo se realizado una extensa búsqueda bibliográfica, tomando como fuentes principales el libro The Making of Episode III Revenge of the SithThe Art of Episode III: Revenge of the SithLos Archivos de Star Wars 1999-2005, y el documental The Making Star Wars: Episode III Revenge of the Sith. La información se ha complementado con la reseña de algunos detalles de la película, su novelización y conexiones con productos anteriores y posteriores.

Calentando motores

La venganza de los sith llegó a los cines 3 años y 3 días después del estreno de El ataque de los clones, aproximadamente el mismo espacio de tiempo que separa los eventos narrados en dichas películas. Para promocionar la tercera entrega de la trilogía, Lucasfilm lanzó un proyecto multimedia formado por cómics, novelas, videojuegos, figuras de colección y una serie de animación, Star Wars: Clone Wars (2003). Todas esas obras cubrieron el intervalo que separaba el Episodio II del Episodio III, narrando el transcurso de las Guerras Clon y construyendo el trasfondo de los sucesos de La venganza de los sith.

La escena final de la película recogida en The Making of Episode III Revenge of the Sith.

Se podría decir que el rodaje de La venganza de los sith empezó en mitad del rodaje de El ataque de los clones, dado que, el 7 de septiembre del 2000, Lucas aprovechó el desplazamiento de las grabaciones del Episodio II a Túnez para dejar lista parte de la escena final de la tercera película de las precuelas. El motivo es sencillo: regresar a Túnez tres años después para solo grabar una escena hubiera salido muy caro. Así, las cámaras filmaron como Obi-Wan (interpretado por Breeden Phillip, doble de Ewan McGregor) le entregaba el recién nacido Luke Skywalker a Owen Lars (Joel Edgerton) ante el icónico iglú que dio lugar a la Granja de los Lars.

La fotografía principal de la película tuvo lugar en los estudios de FOX en Sídney y empezó el 30 de junio de 2003. De sus 115 millones de dólares de presupuesto, 59 millones fueron destinados a temas del rodaje y entre 55 y 60 a los efectos visuales. Tal inversión en los VFX no es de extrañar, dado que La venganza de los sith incluyó hasta 2151 tomas con efectos visuales, superando con creces las 2000 del Episodio II y las 1980 del Episodio I.

Un secuestro ficticio

Los sucesos de la película tienen lugar 3 años después de la Batalla de Geonosis y 19 años antes de la Batalla de Yavin (Una nueva esperanza). La primera escena nos sitúa en plena Batalla de Coruscant, durante la cual el general Grievous secuestró al canciller Palpatine, quien realmente había planificado toda esta función bajo su alter ego, Darth Sidious. El momento del secuestro del canciller y el inicio de la batalla fueron narrados varias semanas antes del estreno en la tercera temporada de la serie Star Wars: Clone Wars (2003).

Hayden Christensen en la cabina del caza jedi en una imagen recogida en Los archivos de Star Wars 1999-2005.

Al rescate del canciller acuden Anakin Skywalker y Obi-Wan Kenobi, quienes se adentran en la batalla sobre la órbita de Coruscant en sus cazas Eta-2. Dicho modelo tiene un diseño a medio camino entre el Delta-7B usado por los jedi en el Episodio II y los cazas TIE, con una ventana y unos alerones desplegables reminiscentes de la cabina y los paneles de los futuros cazas imperiales. La intervención de Hayden Christensen y Ewan McGregor en estas escenas fueron grabadas en una réplica de la cabina de dimensiones reducidas. De hecho, si Hayden estiraba las piernas, le salían los pies fuera de la cabina.

El objetivo de los jedi es alcanzar el hangar del Mano Invisible, la nave capital del general Grievous. Las escenas de la batalla y el rescate del canciller suman un total 20 minutos de en la película, aunque la duración de todo el metraje grabado correspondiente a esta parte de la trama es de más del doble. Y es que, para acelerar el ritmo de la película, se eliminaron varias escenas desarrolladas en el interior del crucero separatista de clase Providencia. Una de ellas era una versión extendida de la escena del ascensor en la que Anakin replica los pitidos emitidos por R2-D2, enseñándole a Obi-Wan la sabiduría del lenguaje de los droides.

Animando el empujón de la Fuerza en una imagen de The Making of Episode III Revenge of the Sith.

Anakin y Obi-Wan se enfrentan a Dooku en conjunto, aunque el jedi más mayor no tardó en quedar fuera de combate. El lord sith se deshace del padawan de su padawan mediante un empujón de la Fuerza que los técnicos de ILM animaron usando como referencia unas imágenes de un animador siendo desplazado por una enorme pelota hinchable. En el primer borrador del guion, después de la eliminación de Kenobi, Palpatine le aseguraba a Anakin que Dooku fue quien ordenó a los tusken el secuestro y asesinato de su madre, intentando así encender la furia del joven Skywalker y acercarlo al lado oscuro. Sin embargo, dicho engaño fue eliminado en una revisión posterior.

El nuevo villano

Sabiendo que Dooku iba a morir pronto en la película, George Lucas necesitaba dar con un nuevo villano que liderara la Confederación de Sistemas Independientes en su ausencia. Para ello, pidió al equipo de artistas conceptuales diseñar un villano que fuera una suerte de alien encerrado en una armadura de metal de forma que sirviera como un eco de lo que Anakin se convertiría en el futuro. El artista que diseñó el aspecto final del general fue Warren Fu, quien en declaraciones recogidas en Los archivos de Star Wars 1999-2005 aseguró que optó por darle una coraza blanca porque, en la cultura china, dicho color significa la muerte. Por otro lado, uno de los artes conceptuales descartados de Grievous fue reaprovechado para dar lugar a sus guardaespaldas, los MagnaGuardias IG-100.

Concept art de Grievous y los MagnaGuardias incluido en The Art of Episode III: Revenge of the Sith.

Antes de aparecer en la película, el general Grievous fue presentado en la serie de animación Star Wars: Clone Wars (2003). Su nombre, Grievous, en inglés significa grave o doloroso, una elección muy adecuada teniendo en cuenta el trasfondo que se le dio en la novela El laberinto del mal, publicada unos meses antes del estreno.

Grievous era un señor de la guerra khaleesh que había liderado a su pueblo en la guerra contra sus vecinos huk, durante la cual llamó la atención de los sith. Posteriormente, fue contratado por el Clan Bancario como guardaespaldas a cambio de subsanar las deudas impuestas por la República y los jedi sobre su pueblo a raíz del conflicto. El mismo San Hill, presidente de dicha institución, fue quien orquestó un accidente que le provocó sus lesiones, cuya gravedad fue aumentada a propósito en el quirófano. Entonces, le ofrecieron la posibilidad de vivir en un traje de cyborg si aceptaba el liderazgo del Ejército Droide. De su antiguo cuerpo, solo restan bajo la armadura sus ojos, varios órganos internos como los pulmones y el corazón, y su cerebro, que fue ligeramente modificado por los geonosianos.

Grievous capturando al canciller en el episodio final de Star Wars: Clone Wars.

En la película, Grievous es interpretado por Mathew Wood, supervisor de la edición de sonido de las precuelas y quien también pone voz a los droides B1. Sin embargo, según recoge Jonathan W. Rinzler en The Making of Star Wars: Revenge of the Sith, su tos pertenece a George Lucas. El día que Wood grababa los diálogos, el cineasta estaba con gripe y tosió de broma delante del micro. Los técnicos de sonido extendieron la broma procesando esa tos y acabó quedando como parte del personaje. La explicación de la tos de Grievous dentro del universo tiene lugar en el último episodio de Star Wars: Clone Wars, donde Windu daña sus pulmones mediante un estrujón de la Fuerza intentando evitar su escape de Coruscant.

De guardianes de la paz a generales

Durante tres años, los jedi lideraron el Gran Ejército de la República en los campos de batalla de las Guerras Clon. Los artistas conceptuales jugaron con varios diseños que reflejaban el peaje pagado por los jedi durante la guerra. Por ejemplo, exploraron diseños de Ki-Adi-Mundi tuerto, Eeth Koth ciego y Mace Windu manco. Al final lo único que se acabó rescatando de dichas ideas fue la cicatriz de Anakin en la ceja derecha, la cual le causó Asajj Ventress en la serie de cómics Star Wars: República. El paso del tiempo también se ve reflejado en Obi-Wan, quien luce un peinado intermedio entre el que lleva en el Episodio II y el Episodio IV y ya empieza a peinar canas, las cuales le añadieron artificialmente a Ewan McGregor usando tinte para el pelo.

Arte conceptual de Ki-Adi-Mundi incluido en The Art of Episode III: Revenge of the Sith.

El paso de la guerra también se ve reflejado en los asientos ocupados en el Consejo Jedi. Coleman Trebor, Even Piel, Depa Billaba, Oppo Rancisis, Adi Galia y Eeth Koth cedieron sus puestos a Obi-Wan, Stass Allie, Coleman Kcaj, Agen Kolar, Kit Fisto y a Anakin Skywalker, quien es el único que carece del rango de maestro. Yoda, Windu, Ki-Adi-Mundi, Plo Koon, Shaak Ti y Saesee Tiin se mantienen sus puestos desde el inicio de la guerra. Respecto a Kit Fisto, su notable cambio de apariencia respecto a la anterior entrega de la trilogía se debe a su cambio de actor, siendo Ben Cooke el encargado de retomar el papel de Zac Jensen.

En lo que respecta a Anakin y Obi-Wan, ambos emplean nuevos sables de luz en la película tras perder sus anteriores empuñaduras en Geonosis. El de Kenobi es el mismo que usa en Una nueva esperanza, mientras que el de su antiguo pupilo es el sable que acabaría heredando Luke Skywalker en la misma cinta. En estos momentos Anakin ya ostenta el rango de caballero jedi, dado que fue ascendido a caballero tras su misión a Praesitlyn, narrada en la novela La prueba jedi, en la que rescató a los rehenes de una estación de comunicaciones de la República tomada por los separatistas. La ceremonia de su promoción apareció en la serie Star Wars: Clone Wars.

El planeta de los wookiees

En los primeros borradores de Una nueva esperanza, la luna de Yavin iba a ser el hogar de los wookiees, una civilización primitiva capaz de derrotar al malvado Imperio Galáctico que estaba construyendo su Estrella de la Muerte en la órbita de su planeta. Las dificultades técnicas hicieron inviable dicha idea, por lo que finalmente decidió incluir a un solo wookiee, Chewie, como copiloto de Han Solo. Su papel dejaba entrever que los miembros de su especie eran más avanzados de lo que iban a serlo en el borrador, por lo que al rescatar esa trama para El retorno del jedi, se creó una versión en miniatura y aún más primitiva, los ewoks.

Guerreros wookiee en el documental The Making Star Wars: Episode III Revenge of the Sith.

Más de dos décadas después, los efectos visuales habían avanzado lo suficiente como para que George Lucas al fin pudiera incluir a cientos peleando en La venganza de los sith. Y es que en el Episodio III nos muestra que las Guerras Clon han llegado a su mundo natal, Kashyyyk, un planeta que hizo su primera aparición en el infame The Star Wars Holiday Special de 1978.

Como no podía ser de otra forma, uno de los wookiees que aparecen es Chewbacca, quien es interpretado por su actor clásico, Peter Mayhew. Una de las limitaciones para su interpretación en la trilogía original era su pobre expresión facial, dado que, por las características de la máscara, no podía expresar nada sin abrir la boca. Como muestra el documental The Making Star Wars: Episode III Revenge of the Sith, las máscaras de los wookiees del Episodio III estaban diseñadas de forma que los labios se pudieran manejar por control remoto en pos de dotarlos de una mayor capacidad de expresión.

En total, había ocho trajes de wookie disponibles para el rodaje de la película: los de Chewie, el jefe Tarfful y otros seis wookiees genéricos. La escena en la que aparecen cientos de guerreros lanzando un grito de batalla fue producto de la mezcla de varias tomas repetidas en las cuales los mismos cinco wookiees portaban distintos escudos, armas o piezas de armadura para diferenciarlos. En plena batalla, uno de los guerreros aúlla el famoso grito de Tarzán al saltar sobre uno de los ejecutores NR-N99 clase Persuasor usados por los separatistas para invadir la costa de Kachirho.

Concept art de Han solo incluido en The Art of Episode III: Revenge of the Sith.

Uno de los primeros borradores de la película incluía una breve aparición de un joven Han Solo, quien iba a ser criado por Chewie en Kashyyyk. Han conocía a Yoda y encontraba un transmisor droide que les permitía rastrear al general Grievous hasta Utapau. Finalmente, Han no llegó a aparecer, pero sí que lo hizo el Halcón Milenario, o al menos una nave del mismo modelo. La llegada de Anakin, Palpatine y Obi-Wan al Edificio Ejecutivo del Senado coincide con el aterrizaje de un carguero YT-1300 en un hangar inferior del mismo.

Tragedia sith

En el primer borrador de la película, cuando Palpatine le revelaba a Anakin su identidad como lord sith, trataba de atraerlo al lado oscuro confesándole que él era responsable de su concepción al haberlo creado mediante la manipulación de los midiclorianos. En otras palabras, aseguraba que era su padre, aunque esto en realidad era una mentira para incentivarlo a unirse a él. Al fin y al cabo, si Palpatine era capaz de crear vida, Anakin podría entender que también era capaz de engañar a la muerte. George Lucas eliminó este diálogo en borradores posteriores y en su lugar se incluyó la escena de la ópera.

Diálogo eliminado del borrador de la película incluido en Los Archivos de Star Wars 1999-2005. Imagen compartida por su autor, Paul Duncan, en Twitter (X).

En la Ópera de las Galaxias, Palpatine le cuenta a Anakin la tragedia de Darth Plagueis el Sabio, quien en realidad fue nada más y nada menos que su propio maestro. La guía visual de la película fue la primera fuente en establecer la relación de Plagueis y Sidious como maestro y aprendiz, lo cual fue desarrollado en profundidad varios años después en la novela Darth Plagueis. Ambos contemplan la representación del Lago del Calamar, una obra del Ballet Mon Calamari que acompaña a la perfección el relato de Palpatine, pues sirve como una metáfora de la creación de la vida gracias a una puesta en escena que simboliza la fecundación de un óvulo.

Ian McDiarmid confesó en una reciente entrevista concedida a Variety que estaba bastante ronco en el momento de rodar la escena. Esa misma mañana, había grabado los momentos finales de su enfrentamiento con Windu. Dicha escena supuso un gran esfuerzo a nivel vocal por su parte debido a los gritos que incluían sus líneas de diálogo, y a eso hay que añadirle que estuvo expuesto al aire de varios ventiladores. En consecuencia, su garganta no estaba en el mejor estado. Eso contribuyó a que tuviera que repetir la escena de la ópera alrededor de 20 ocasiones que no hicieron más que aumentar su dolor de garganta.

Papanoida y Chi Eekway (iqz).

La escena de la llegada de Anakin a la Ópera de las Galaxias requirió de la presencia de varios extras, algunos de los cuales fueron interpretados por personalidades reconocibles. Uno de ellos es el barón Papanoida, quien fue encarnado por el mismísimo George Lucas. El pantorano aparece en la entrada del palco de Palpatine junto a su hija, la senadora junior Chi Eekway, quien a su vez es interpretada por Katie Lucas, precisamente la hija de George. Amanda Lucas, la hija mayor del cineasta, también hace un cameo en la escena como la senadora Terr Taneel. Y otro asistente ilustre es Janu Godalhi, a quien interpreta Pablo Hidalgo, actual asesor de lore de Lucasfilm y miembro del Story Group. El nombre de su personaje es un anagrama del nombre de su padre, Juan Hidalgo.

La muerte de la libertad

Dos escenas eliminadas de la película muestran el surgimiento de las primeras semillas de la Rebelión. Antes incluso de que se formara el Imperio. Hablamos de la Delegación de los 2000, un grupo de senadores liderado por Bail Organa y Mon Mothma, a quien Genevieve O’Reilly interpreta por primera vez en la película, que firmaron una petición instando a Palpatine a devolver los poderes de emergencia, derogar la imposición de los gobernadores de sector (más conocidos como moff) e iniciar conversaciones de paz con los separatistas.

Escenas eliminadas de la Delegación de los 2000.

La primera de las escenas transcurre en las oficinas de Bail Organa y en ella son partícipes el propio senador de Alderaan, Mon Mothma, Padmé, la ya mencionada Terr Tanel, Giddean Danu y Fang Zar, quienes discuten las bases de la petición y la posibilidad de pedir ayuda a los jedi. La segunda escena eliminada tiene lugar en la oficina de Palpatine, donde un grupo encabezado por Padmé presenta la petición al canciller en persona, quien estaba acompañado por Anakin. Ambas escenas se mantuvieron en la novelización de la película.

A la hora de reflejar el ascenso de Palpatine en la trilogía de precuelas, George Lucas encontró su principal referencia en la historia estadounidense. “La inspiración para Star Wars, una de las primeras ideas, surgió cuando Richard Nixon intentó cambiar la Constitución para poder presentarse a un tercer mandato”, comentó el cineasta en starwars.com. “Todos sabíamos que era un delincuente, un tipo malo, que hizo cosas terribles, y en cierto modo lo aceptamos. No fue hasta el impeachment, e incluso después, que comprendimos lo corrupto que era”.

«Así es como muere la libertad, con un estruendoso aplauso.»

La historia de la humanidad está llena de tiranos como Julio César, Napoleón o Hitler, a quien Lucas puso como ejemplos, que vulneraron los principios democráticos y que, como Palpatine, en un inicio fueron recibidos con los brazos abiertos. “Esa era la idea: ‘¿Cómo se derrumba una democracia? ¿Cómo muere?’. Cuando no muere con una revolución —en algunos casos sí—, pero no en el mundo de la democracia ideal que creíamos tener en aquel entonces, ¿cómo ocurre? ¿Votaría la gente por ella? Y sí, votan por ella; esa es la clave. Hay una amenaza externa, y esa amenaza permite que el tirano tome el poder. Y la población cede los poderes democráticos y, de repente, este tipo dirige el espectáculo. Se acaba con el Imperio”, sentencia Lucas.

El inicio de la purga

Darth Sidious culminó la venganza de los sith al alzarse como emperador y destruir a la Orden Jedi mediante la Orden 66, la cual pasó por varios cambios a lo largo del desarrollo de la película, empezando por el duelo en la oficina del canciller. En el primer borrador del guion, Windu confrontaba a Palpatine en solitario, mientras que Kit Fisto, Saesee Tiin y Agen Kolar estaban repartidos en otros mundos y morían ejecutados por su tropas. En la escena rodada durante la fotografía principal, Anakin se encontraba junto a Palpatine en el momento en el que Windu y los otros tres jedi lo van a buscar a su oficina, pero tan solo era un mero espectador durante el enfrentamiento y no elegía bando hasta el final. La escena que finalmente apareció en la película fue rodada durante las regrabaciones, y junto a ella se añadió la escena en la que Anakin le cuenta a Windu que Palpatine es Sidious.

Imagen de la versión alternativa del duelo incluida en The Making of Episode III Revenge of the Sith.

George Lucas también llegó a barajar la idea de que Windu muriera a manos de Boba Fett. Los artes conceptuales descartados muestran al joven cazarrecompensas abatiendo al jedi cuando trataba de escapar de los clones durante la Orden 66, vengando así la muerte de su padre. Sin embargo, acabó descartando la idea debido a que Boba era demasiado joven para entonces.

El cereano Ki-Adi-Mundi es abatido en el mundo de mygeeto, un planeta cristalino en el que se encuentra una de las sedes del Clan Bancario Intergaláctico. Dicho mundo iba a estar poblado por una suerte de lémures que al final no acabaron apareciendo en la película, pero cuyo diseño fue rescatado para la 1ª temporada de The Clone Wars. El escuadrón que ejecuta a Ki-Adi-Mundi es el 21º Cuerpo Nova, más conocido como los Marines Galácticos. El guion de la película identifica a su comandante coma Bacara, cuyo número de nacimiento es CC-1138. Se trata de un guiño a la primera película de George Lucas, THX-1138, la cual es referenciada sutilmente en todas las películas de Star Wars.

Muertes eliminadas de Quinlan y Barriss.

Yoda consigue sobrevivir en Kashyyyk y Obi-Wan también escapa en Utapau, donde anteriormente derrotó al general Grievous. Utapau, que por cierto, era el nombre que iba a recibir Tatooine en los primeros borradores de Una nueva esperanza. Sin embargo, Aayla Secura es ejecutada en Felucia; Plo Koon, en Cato Neimoidia; y Stass Allie, en Saleucami. Y la escena de la Orden 66 aún iba a ser más larga e iba a incluir la muerte de más jedi. En una versión extendida que no se llegó a animar, aparecía la muerte de Barriss Offee, también en Felucia. La mirialana era abatida por un AT-TE, el cual después aplastaba su cadáver. Su muerte sí se incluyó en la adaptación al cómic, aunque otros medios del nuevo canon, como The Clone Wars y Tales of the Empire, le han dado un destino más benévolo.

La versión extendida también incluía la muerte de Quinlan Vos en Kashyyyk. El maestro jedi kiffar fue creado para la serie de cómics Star Wars: República, de la cual es el gran protagonista. Pese a que su muerte no llegó a aparecer, sí es mencionado anteriormente por Obi-Wan, quien hace referencia a que Vos se encuentra liderando a sus tropas en Boz Pity. Lo más curioso es que la serie de cómics revela que finalmente acabó sobreviviendo a la Orden 66.

Masacre en el templo

Bajo las órdenes de Darth Sidious, el recién nombrado lord Vader lideró a la Legión 501ª durante la Operación: Caída del Caballero, que consistió en la eliminación de todo jedi que se encontrara en el templo en ese momento, incluidos los niños. Respecto a la escena de los iniciados jedi en la sala del consejo, Hayden Christensen reconoció en declaraciones a la revista Empire que en un principio tuvieron dificultades para conseguir la reacción deseada en el niño que lo llama maestro Skywalker. Es por eso que, al rodar la toma definitiva, pegó un grito para asustarlo.

Imagen del rodaje de la muerte de Shaak Ti a manos de Vader incluida en The Making of Episode III Revenge of the Sith.

La muerte de Shaak Ti no se mostró en la película, pero se grabó hasta en dos escenas eliminadas. La que se considera canon es la que tiene lugar en el templo jedi, donde Vader la apuñala con su sable de luz mientras está meditando. Su otra muerte sucede en una escena eliminada del inicio de la película, siendo asesinada en el Mano Invisible por el general Grievous, quien la habría capturado durante la Batalla de Coruscant, ante los ojos de Anakin y Obi-Wan.

Zett Juckassa.

Otra escena eliminada relacionada tiene lugar cuando Yoda y Obi-Wan regresan al templo jedi. En ella, son detenidos por un grupo de clones que se presentaban vestidos con túnicas jedi en un intento de pillarlos desprevenidos, cosa que no salía bien para los soldados. Una vez en el templo, ambos contemplan la grabación holográfica de la muerte de varios jedi a manos de Vader. Uno de ellos es Cin Drallig, el instructor en combate con sable de luz de la Orden Jedi. Es interpretado por Nick Gillard, el coordinador de dobles de acción de las precuelas. Junto a Drallig mueren otros dos padawan, una de las cuales es Bene, a quien da vida Mousey McCallum, la hija del productor de las precuelas Rick McCallum. Y hablando de lazos familiares, Zett Juckasa, el padawan que es ejecutado ante los ojos de Bail Organa, es interpretado por Jett Lucas, el hijo menor de George Lucas.

Mundo volcánico

A la hora de crear Mustafar, o Mufasta, como se le llamaba en los primeros borradores, los artistas conceptuales de la película tomaron inspiración en varios bocetos descartados de Joe Johnston creados para el Episodio V, en el cual iba a aparecer un mundo volcánico que albergaba un castillo propiedad de Darth Vader. Lo cierto es que el mundo volcánico iba a ser un punto clave en la trama de La venganza de los sith desde el principio. Es más, el libro The Making of Star Wars Return of the Jedi recoge unas declaraciones de George Lucas en las que revela que, en tiempos de la trilogía original, ya tenía en mente que las heridas que condenaron a Vader a usar un traje mecánico eran debidas a la caída a un volcán durante su duelo con Obi-Wan.

La preproducción de la película coincidió con una nueva erupción del Monte Etna, en Italia. El productor Rick McCallum y el camarógrafo Ron Fricke viajaron a Sicilia de inmediato y comenzaron a filmar imágenes que se usaron para recrear Mustafar.

Obi-Wan y Lord Vader se enfrentan en Mustafar.

Hayden Christensen rodó casi todas sus escenas de combate con sables de luz, incluido todo el duelo entre Anakin y Obi-Wan. Durante la filmación de dicha escena, se lesionó cuando el impacto de una réplica de sable de luz le dio de lleno en la rodilla. Debido a ello, sufrió bastante dolor al rodar sus escenas programadas para los días posteriores y tuvo que ser sustituido por su doble de acción durante parte del duelo entre Dooku y Anakin

El duelo en Mustafar, y más concretamente su resolución, es uno de los momentos de la película más mitificados por los fans. Sin embargo, existieron bastantes discrepancias en el set de rodaje alrededor de la escena del “High Ground”. Según Nick Gillard, a nadie, excepto a George Lucas, le gustaba esa resolución del duelo y se planeó una versión alternativa. “Anakin lo desarmaba, lo agarraba por el cuello y decía «Siento que haya tenido que acabar así, mi maestro», y entonces se disponía a matarlo”, comentó el coordinador de dobles de acción de las precuelas. “Obi intenta liberarse, atrae su sable con la Fuerza, y cuando lo hace, casi por error, le corta los brazos y luego le corta las piernas.”

Finalmente, las ideas de George Lucas prevalecieron y se usó la escena que tantos memes ha generado. Aún así, el diálogo que mantienen Obi-Wan y Anakin tras el final del duelo también sufrió algunos cambios durante el rodaje. Como recoge el libro The Making of Revenge of the Sith, en una toma inicial de la escena, Anakin decía “Ayúdame maestro” y Obi-Wan respondía “yo te quería, pero no te pude ayudar”, a lo que Anakin replicaba con “¡Te odio!”. Posteriormente, la escena se regrabó, cambiando la línea de Obi-Wan por la de sobra conocida “¡Tú eras el Elegido! ¡El que destruiría a los Sith, no el que se uniría a ellos! ¡El que devolvería el equilibrio a la Fuerza, no el que la sumiría en la oscuridad!”. La línea de Anakin “Ayúdame maestro” se mantuvo en la escena final, pero finalmente George Lucas la silenció en posproducción porque no quería que Anakin pareciera redimido en ese momento.

La operación de Darth Vader.

Como consecuencia de las heridas sufridas, Vader se vio condenado a llevar un traje mecánico el resto de sus días. Su operación tuvo lugar en el Gran Centro Médico de la República, en un quirófano cuyo plano cenital muestra el símbolo del Imperio Galáctico dibujado en el suelo. El propio Hayden Christensen tuvo el honor de estar bajo el traje de Vader en las escenas finales de la película, aunque la experiencia no le resultó del todo cómoda. En declaraciones a Entertainment Weekly, recordó que la armadura se sentía muy rígida y costaba mucho moverla, pero cuando se lo contó a George Lucas, este le respondió que así era como debía sentirse Vader al llevar su traje por primera vez.

Maestro en el exilio

Paralelamente al duelo de Mustafar, Yoda enfrenta a Darth Sidious en el Senado, donde el recién autoproclamado emperador ataca al maestro jedi con cualquier arma que tiene a su alcance, incluidas las plataformas que sirven como escaños, los últimos vestigios de la democracia en una galaxia que se sumerge en una nueva era de opresión maquillada bajo el nombre del orden. El duelo termina cuando Yoda cae del podio del canciller. Rob Coleman, el director de animación de las precuelas, se grabó a sí mismo colgado de un balcón para usar esas imágenes como soporte en la animación de la escena.

Rob Coleman en una imagen recogida en Los archivos de Star Wars 1999-2005.

Yoda escapa del Senado con la ayuda de Bail Organa, quien lo recoge en su speeder. El modelo de dicho vehículo usado en el rodaje fue construido sobre el chasis del speeder con el que Anakin persigue a Zam Wessel en El ataque de los clones. Posteriormente, ambos parten hacia Polis Masa en vistas a unirse con Obi-Wan. Una escena eliminada iba a mostrar a Yoda escuchando la voz de Qui-Gon Jinn mientras meditaba momentos antes de la llegada de Kenobi.

Finalmente, otra escena eliminada mostraba a Yoda llegando a Dagobah, lugar en el que pasaría los últimos 23 años de su vida. Lo hace en una cápsula de escape cuyas piezas acabó canibalizando para construir su cabaña.

La líder perdida

Padmé Amidala probablemente sea el personaje que más protagonismo pierde en la película respecto a las entregas precedentes, y también pierde parte de su esencia. Lo cierto es que hubo ciertos cambios en los guiones que no le sentaron bien al personaje de Natalie Portman. Ya hemos comentado las escenas eliminadas de la Delegación de los 2000, donde la senadora Amidala se muestra como una líder firme que no teme oponerse al mayor tirano que jamás haya conocido la Galaxia.

En otra escena eliminada, Obi-Wan visitaba a Padmé tras la sesión del Consejo Jedi debido a su preocupación por su antiguo padawan. Entonces le confesaba a la senadora que era consciente de su relación con Anakin, pese a que jamás habían hablado sobre ello ni tenía intención de exponerlo ante la Orden Jedi. La escena es sutilmente referenciada posteriormente, cuando Padmé comenta con Anakin que Obi-Wan se había pasado por el apartamento. Un apartamento cuyo set fue construido en un plazo de 7 semanas, pero solo tardó unas horas en desmantelarse una vez terminado el rodaje.

Arte conceptual incluido en The Art of Episode III: Revenge of the Sith en el que Padmé lleva una daga a su encuentro con Anakin.

El último encuentro entre Anakin y Padmé en Mustafar también pasó por varios cambios. En un planteamiento inicial, Padmé se presentaba en el mundo volcánico para matar a su amado caído al lado oscuro. Sin embargo, una vez lo abrazaba y situaba una daga tras su cuello, era incapaz de acabar con su vida. Y es que, aun sabiendo que se había convertido en un monstruo, todavía lo amaba.

Como si de una tragedia griega se tratara, Padmé termina muriendo de tristeza al no poder concebir los horrores que había cometido su marido en su nombre. Eso sí, según la guía visual de la película, la versión del Imperio aseguraba que la senadora había sido asesinada por los jedi. Amidala fue enterrada en Naboo, y durante su funeral lleva en la mano el Collar de Japor que le regaló Anakin en La amenaza fantasma.

El Collar de Japor.

Durante el rodaje del funeral de Padmé, los actores y extras extendieron la broma de que los periódicos de Naboo vendían que Amidala había muerto embarazada de un hijo de Jar Jar. Lo cierto es que la senadora se preocupa mucho por ocultar su embarazo durante la película, precisamente por eso luce vestidos anchos que disimulan su vientre prominente. Al fin y al cabo, ella era toda una celebridad y no quería que su secreto abriera magazines en la HoloNet.

Droides adoptados

En La venganza de los sith, C-3PO luce el acabado dorado con el que lo conocimos en la trilogía original. Sin embargo, la brillante coraza del droide de protocolo causó bastantes dolores de cabeza a los técnicos de ILM, dado que en ocasiones reflejaba las cámaras, las pantallas azules y a los miembros del equipo de producción. En consecuencia, C-3PO tuvo que ser retocado digitalmente en posproducción en la mayoría de las escenas en las que aparece. Y a Anthony Daniels le causó algo más que dolores de cabeza. La máscara de C-3PO le limitaba bastante la visión, y al grabar la escena del encuentro entre Padmé y Obi-Wan se metió un buen tortazo al tropezar con un obstáculo del set de rodaje.

Raymus Antilles.

Al final de la película, C-3PO y R2-D2 quedaron a cargo de Raymus Antilles, el capitán de la Tantive IV al que Vader estrangula al inicio de Una nueva esperanza. George Lucas le ofreció el papel a Denis Lawson, el actor que interpretó a Wedge Antilles en la trilogía original y que además es tío de Ewan McGregor. Sin embargo, este rechazó el papel porque no tenía ningún interés en regresar a Star Wars. El encargado de interpretar a Antilles fue Rohan Nichol. El día que grabó sus escenas, Nichol llegó al set de rodaje con varios cortes en el rostro que se hizo al afeitarse. Cuando George Lucas lo vio, le preguntó si se lo había hecho en las Guerras Clon.

Lo cierto es que la nave capitaneada por Antilles en La venganza de los sith no es la Tantive IV, sino su predecesora, la Tantive III, una corbeta del modelo CR70. La nave es pilotada por Jeremoch Colton, quien es interpretado por Jeremy Bulloch, el actor que dio vida a Boba Fett en la trilogía original.

Más curiosidades

‘Andor’ 2×10, 2×11, 2×12 «Make It Stop», «Who Else Knows?» y «Jedha, Kyber, Erso» – curiosidades y guiños

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Finalizamos este viaje que iniciamos hace más de 3 años con Diego Luna y el resto del reparto de esta historia de opresión y rebelión. Como era previsible, el cuarto y último arco de la segunda temporada de Andor sirve de resolución para muchos personajes, los creados para esta serie y que no aparecen en su continuación directa e inspiración, la película Rogue One. Los tres episodios finales titulados Parad ya, ¿Quién más lo sabe? y Jheda, Kyber, Erso colocan todas las piezas en el tablero de una trama que se resuelve en la que fue la primera (y hasta ahora más exitosa) cinta spin-off de la saga de Star Wars. Analizaremos todos los detalles y todo lo que implican los hechos narrados. Recordar que disponéis del análisis de la semana anterior disponible y al final del artículo todos enlaces para las guías de esta y la anterior temporada.

¡Alerta Spoilers!

Año 0

Antes de empezar aclaramos un detalle de la cronología galáctica. Esta temporada da saltos temporales de un año en cada arco, del 4 ABY al 1 ABY, año en el que sucede Rogue One y la batalla de Scarif. Cuenta del tiempo en Star Wars inicia en el año 0 pero este es un año peculiar. Se divide en dos, el 0 ABY y el 0 DBY, pero no son dos mitades iguales. El 0 ABY es el tiempo que transcurre durante la primera película de la franquicia, el Episodio IV Una Nueva Esperanza. Es decir, no más de una semana, desde el asalto a la Tantive IV a la celebración de la Alianza tras la destrucción de la Estrella de la Muerte en la batalla de Yavin. El 0 DBY se considera el resto de ese año con muchos eventos explorados sobre todo en comics y novelas.

La Batalla de Yavin.

Así, este último arco de Andor y Rogue One transcurren en los últimos días del año 1 ABY. El problema en Star Wars es especificar en que momento de cada año nos encontramos, pues es algo que casi nunca se especifica, ni siquiera está claro cuando acaban y empiezan los años. En Rebels se estableció que, supuestamente, los años terminan y empiezan con el Día del Imperio, cuando se pasó del año 5 al 4 ABY. Pero eso entra en conflicto con otras obras, como el propio Episodio III, que oficialmente ocurre por completo en el año 19 ABY. Pero si lo de Rebels fuera siempre cierto, la película debería pasar al 18 ABY justo tras el discurso de autonombramiento del emperador Palpatine.

Eso si, siempre se ha dicho que los años en Star Wars, basados en los ciclos orbitales de Coruscant, duran 365 días divididos en 12 meses.

Todo acaba

Tras pasar años encubierto en el mismísimo corazón del Imperio, el revolucionario Luthen Rael finalmente haya la orna de su zapato. Para empezar, él y su colaboradora Kleya Marki nunca quisieron abandonar su tapadera de la galería de antigüedades, a pesar de que en este momento muchos de sus antiguos operativos ya los han abandonado. Vemos así que la relación entre Luthen y la Alianza Rebelde no es la mejor, por razones similares a las de Saw Gerrera. Los métodos y la filosofía de ambos insurgentes no son del agrado de los líderes de la Alianza como Bail Organa y Mon Mothma. Y todo se precipita con el llamado de urgencia de su infiltrado en el BSI, el teniente supervisor Lonni Jung.

Luthen Rael’s fateful meeting with Supervisor Lonni Jung on the surface of Coruscant.
Encuentro entre Luthen y Lonni Jung (starwars.com).

El lugar de encuentro de ambos se rodó bajo un puente real en Valencia, España. Ahí Lonni informa a Luthen de la verdadera naturaleza del programa energético del emperador, que ya os comentamos que no era más que una tapadera de la Iniciativa Tarkin. También da datos sueltos de todo lo que está por venir, lo que el propio título del episodio final indica. Tras la reunión y su fatal desenlace para Lonni, se ve a un transeúnte con un gato tooka llamado Pix, en honor al perro recientemente fallecido de uno de los artistas de efectos visuales. Recordemos que estos felinos está extendidos por toda la Galaxia, contando incluso con subespecies como los gatos de Lothal.

Redada

Dedra Meero finalmente ve recompensados sus años de obsesiva búsqueda del Eje al pillarlo en su propio establecimiento. El puñal que Luthen muestra y usa para matarse dice que es nautolano, es decir, la especie anfibia y humanoide del planeta Glee Anselm. El miembro más conocido de esa raza es el maestro Kit Fisto, que llegó a formar parte del Alto Consejo Jedi. Otra reliquia de la galería que aparece en primer plano es una piedra con las manos de los Mortis, similar a la que usó Ezra para descifrar la forma de abrir el portal de entrada al Mundo entre Mundos. También se puede apreciar lo que parece ser una calavera de un gungan que tiene incrustado el emblema del Imperio Sith de Darth Revan visto en el videojuego Knights of the Old Republic, el cual representa la Forja Estelar, una estación construida por los rakata, los cuales han sido continuamente mencionados a lo largo de la serie.

La piedra con las Manos del Padre y el Hijo de Mortis.

La operación marca la aparición de la Unidad Táctica del BSI, la fuerza de combate y policial de la agencia. Estos ya existieron en Legends y se desconoce cual era su posición dentro de la organización, por lo que no hay que confundirla con la rama de Ejecución, la división a la que pertenecía el agente Kallus de Rebels y la propia Meero antes de trasladarse a Investigaciones. Por eso sus armaduras no son como la de Kallus, reservadas para los oficiales del BSI destinados en operaciones de campo. En cambio, son claramente el mismo modelo que las de los soldados de infantería del ejército imperial, pero sus blásters son de un modelo desconocido. También es nueva la lanzadera que utilizan para desplazarse, denominada como nave SWAT BSI, pero es obvio que se basa en el diseño de las conocidas lanzaderas imperiales clase Lambda.

Otros detalles son el Centro Médico Lina Soh, llamado así en honor de la canciller suprema que rigió en tiempos del Gran Desastre Hiperespacial, Lina Soh, quien aparece en las novelas de las Fases I y II de The High Republic. También de la anterior temporada es la paciente alien en silla de ruedas que Kleya usa para infiltrarse en el hospital, vista en Niamos.

The Lina Soh Medical Center.
Centro médico Lina Soh (starwars.com).

Otro detalle es que el teniente supervisor Heert antes era el asistente de Dedra, pero fue ascendido y encargado de cazar al Eje tras el traslado de su jefa al proyecto Ghorman.

Ecos del pasado

No podía faltar que se revelara un poco de la historia de Luthen y Cleya. Para empezar el verdadero nombre de Luthen Rael es Lear, un humano originario de Fondor que fue miembro del ejército imperial donde llegó a ser sargento. Pero en el año 18 ABY desertó de las filas imperiales debido a que no soportaba las atrocidades que se estaban cometiendo con su ayuda. Y lo hizo en compañía de Kleya Marki, una huérfana del planeta que los compañeros de Lear estaban masacrando. De este modo ambos continuaron viajando por toda la Galaxia, siendo testigos de la brutal opresión creciente del Imperio. Uno de esos planetas que visitaron se rodó en las cercanías del castillo de Xàtiva, una fortaleza principalmente de estilo gótico ubicada en Xàtiva, a unos 62 kilómetros al sur de Valencia. Concretamente, en en las escaleras exteriores del Castillo Menor, al cual se le han añadido varias torres y cúpulas digitalmente, y a lo largo de su muralla.

The hill town marketplace and Luthen and young Kleya’s subsequent departure along a castle wall was captured at Xàtiva Castle.
El Castillo de Xàtiva (starwars.com).

En un momento dado, Luthen y Kleya decidieron hacer algo al respecto, comenzando a organizar un movimiento antimperial alrededor del año 15 ABY. La primera acción que realizaron ocurrió en un planeta bien conocido por todos, Naboo. Para estas escenas en el planeta natal de Padme Amidala y del emperador Palpatine, el equipo de la serie regresó fue al Castillo de Hever, en el distrito de Kent, Inglaterra. En 1997, George Lucas filmó allí una escena finalmente eliminada del montaje final del Episodio I La Amenaza Fantasma. También fueron a otra localización usada por George Lucas para ambientar dicho planeta en el Episodio II El Ataque de los Clones, los alrededores del lago Como en Italia. Es donde se ambientó la villa Varykino, donde la senadora Amidala y su escolta jedi Anakin Skywalker se ocultaron. Al igual que otros muchos vehículos de transporte en esta serie, los que hacen volar por los aires Luthen y Kleya en el puente son desconocidos.

Consejo rebelde

Lo sucedido entre Andor y los líderes de la Alianza tras rescatar a Kleya es uno de las cosas que Saw Gerrera más criticaba de esa organización. Como vemos en Rebels, tras fracasar una operación del escuadrón Fénix liderado por Hera Syndulla, el jefe de los Partisanos acusó públicamente a Mon Mothma y sus compañeros del mando de cobardía y otras cosas. Fue el momento en el que su grupo se separó definitivamente del resto del movimiento rebelde. Para Bail Organa y Mon Mothma, Gerrera y sus hombres solo eran una fuente de problemas, extremistas radicales que se dedicaban a torturar prisioneros, ejecutar a los enemigos que se rinden y matar a civiles en sus operaciones sin ningún pudor. En otras palabras, se parecían demasiado al Imperio que pretendían derrocar.

Admiral Raddus
El almirante Raddus (starwars.com).

Para Saw y Luthen, en cambio, era necesario hacer cualquier cosa por cuestionable que fuera con tal de derrotar al enemigo. Se justificaban en su opinión de que la guerra contra el Imperio ya estaba en marcha, un extremo que la Alianza se negó a creer hasta la batalla de Scarif. Esto último por dos razones, porque creían que no estaban preparados para una guerra abierta, especialmente tras el desastre ocurrido en la batalla de Atollon, y porque Mothma aun creía que se podría llegar a una resolución pacífica del conflicto negociando a través de sus aliados del Senado. Esto lo opinaban sobre todo los miembros del Gabinete de la Alianza, la sección civil de la rebelión compuesta por senadores como Nower Jebel ministro de finanzas, y Tynnra Pamlo, ministra de educación. Ambos ya aparecidos en Rogue One y que repiten en el episodio final de esta serie durante la reunión conjunta del Alto Mando y del Gobierno Civil de la Alianza.

Los miembros del gabinete mencionados y el general Davits Draven, presente en la reunión, también forman parte del Consejo Rebelde. Otros miembros del consejo ausentes en la reunión son Vasp Vaspar, ministro de industria; el general Antoc Merrick, comandante de los escuadrones de cazas estelares; el general Jan Dodonna, oficial del Comando Sectorial; y Raddus, almirante de la flota, quien sí aparece más tarde en el episodio. Precisamente vemos conversar al almirante con Tenzigo Weems, un técnico de Señales de Inteligencia que responde ante el general Draven.

Un nuevo viaje

La secuencia final del último episodio muestra a Cassian de camino a su Ala-U en vistas a partir en dirección al Anillo de Kafrene para reunirse con Tivik, su informante en los Partisanos. Por el camino se cruza con su amigo, el sargento Ruescott Melshi, quien entrena junto a un pelotón de las Fuerzas Especiales de la Alianza en el cual se encuentra Paodok’Draba’TakatSap’De’RektiNik’Linke’Ti’Ki’Vef’Nik’NeSevef’Li’Kek, más conocido como Pao, el drabatan que luchó en Scarif. Las conexiones directas con Rogue One no se detienen, pues la escena se alterna con tomas que muestran a Saw Gerrera en las base de los Partisanos de Jedha y al director Krennic supervisando las últimas fases de construcción de la Estrella de la Muerte sobre la órbita de Scarif.

Pao in Andor season 2.
Pao (starwars.com).

Finalmente, la secuencia final también revela el destino de algunos de los personajes recurrentes de la serie. Perrin, el marido de Mon Mothma, sigue en Coruscant y ha encontrado una nueva amante, nadie menos que su consuegra, Runai Sculdun. Por su parte, Deedra Mero ha sido enviada a una prisión imperial similar a la de Narkina 5, con la diferencia de que en esta todas las reclusas parecen ser mujeres. Más sorprendente es el destino de Bix, quien ha regresado a Mina Rau y durante el año que separa este arco del anterior ha tenido un hijo. Así pues, Cassian se une al club de personajes que han sido padres sin siquiera llegar a saberlo, del cual forman parte ilustres miembros como Kanan Jarrus y Cad Bane. Incluso podríamos añadir al propio Anakin, quien pasó más de 20 años pensando que sus hijos jamás habían llegado a nacer.

Más guiños y curiosidades

Los lugares de España visitados en Star Wars

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Contrariamente a la tendencia de las series más recientes de la franquicia, la 2ª temporada de Andor ha reducido el uso la tecnología del Volumen que tanto ha popularizado The Mandalorian y ha rodado gran parte de su metraje en escenarios reales. Probablemente, algunos de ellos os hayan resultado bastante familiares. Y no es para menos, dado que el equipo de Tony Gilroy ha filmado escenas hasta en tres localizaciones españolas. Se trata de una elección sorprendente, aunque no por ello menos acertada, dado que Star Wars no se ha prodigado demasiado por el territorio español.

Montserrat – Andor

El emblemático Macizo de Montserrat, situado a unos 40 kilómetros de Barcelona, es una de las localizaciones que ha visitado la 2ª temporada de Andor. En la serie, sirve como el entorno que envuelve la residencia de la senadora Mon Mothma en Chandrila, un planeta de los Mundos del Núcleo que, años después de los eventos de la serie, se convirtió en la primera capital de la Nueva República.

The mountain range near Santa Maria de Montserrat, used for Mon Mothma’s estate in Andor Season 2.

Montserrat debe su nombre a su peculiar silueta caracterizada por sus cientos de agujas y monolitos de conglomerado, los cuales, según la leyenda, esculpieron los ángeles mediante una enorme sierra de oro, pese a que en realidad son fruto de millones de años de erosión. Su entera superficie cubre un área de 50 kilómetros cuadrados que alcanzan su cota máxima en el pico de Sant Jeroni, a 1236 metros de altitud.

Cuna de incontables mitos y leyendas, se trata de un lugar altamente frecuentado por turistas atraídos por su patrimonio natural, cultural y espiritual. También por peregrinos, quienes visitan el monasterio dedicado a su Virgen, La Moreneta, patrona de Catalunya, y que este año celebra el milenio desde su fundación.

 

En el camino que conduce al monasterio se rodó la caminata nupcial del 2º episodio. Durante la misma, Mothma menciona que escucharán cantar a unos niños durante los rituales, lo que podría ser una referencia a la Escolanía de Montserrat, el famoso coro de niños del santuario.

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— WookieeNews (@wookieenews.bsky.social) 27 de abril de 2025, 13:00

Las imágenes del entorno de la residencia Mothma fueron filmadas por un dron en un valle formado por algunas de las agujas más altas del macizo, mientras que el set de rodaje de la propia mansión fue construido en Pinewood Studios. Por otro lado, la escena de la caminata nupcial del episodio 2×02 se rodó en el camino de la Santa Cova, la vía empedrada que sube hasta el monasterio. Curiosamente, en dicha escena, Mon Mothma menciona que escucharán cantar a unos niños durante los rituales, lo que podría ser una referencia a la Escolanía de Montserrat, el famoso coro de niños del santuario.

València – Andor

Cuando Santiago Calatrava diseñó la Ciudad de las Artes i les Ciencias, probablemente jamás llegó a imaginar su futura inclusión en una galaxia muy, muy lejana. Y no en un lugar cualquiera, sino en la mismísima Coruscant. El estilo neofuturista de la localización más famosa de València ha permitido su integración perfecta en el Distrito Federal de la capital del Imperio, sirviendo de nexo entre el Senado Galáctico y el Edificio Ejecutivo Imperial, el cual alberga las oficinas de varios senadores.

 

¡Nuevo detrás de las cámaras de #Andor centrado en el rodaje en la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia!

“Valencia fue increíblemente valiosa para la serie. Es asombroso, es absolutamente asombroso.”

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— WookieeNews (@wookieenews.bsky.social) 8 de mayo de 2025, 14:18

Inaugurada en 1998 con la apertura de su primer edificio, el Hemisférico, la Ciudad de las Artes y las Ciencias está situada al final del antiguo cauce del río Turia y sirve como un complejo arquitectónico, cultural y de entretenimiento. Entre todos sus edificios se pueden encontrar varios museos dedicados a la ciencia, la tecnología y el arte, jardines, teatros, salas de cine y el acuario más grande de toda la Unión Europea, situado en el Oceanográfico. Además, también alberga todo tipo de actividades divulgativas, conciertos e incluso eventos deportivos.

En Andor, gran parte del complejo ha sido integrado en la plaza del Senado, incluyendo el Hemisférico y el Museo de las Ciencias Príncipe Felipe, los cuales sirven como edificios anexos a la rotonda con entradas y salidas a la misma. Además, varias de las escenas correspondientes a la huida de Cassian y Mon Mothma dentro del propio Senado en el noveno episodio también fueron grabadas en los interiores Museo de las Ciencias. Por otro lado, el Palacio de las Artes Reina Sofía, apartado de los edificios anteriores en la serie, ha dado lugar a la residencia del banquero chandrilano Davo Sculdun. La escena de la fiesta del sexto episodio se rodó en el Vestíbulo Principal del edificio.

Xàtiva – Andor

La tercera localización española visitada en Andor, también en la Comunitat Valenciana, es Xàtiva, aunque curiosamente ni en su breve aparición en el décimo episodio ni en las guías de starwars.com se especifica a qué planeta pertenece en el universo de Star Wars.

Xàtiva es un municipio situado a 62 kilómetros al sur de València, entre las cuencas del río Albaida y el río Cànyoles. Es conocida por su patrimonio cultural. De hecho, su casco antiguo ha sido declarado Conjunto Histórico. Allí se encuentra su castillo, una doble fortaleza encaramada sobre la montaña de arquitectura principalmente gótica. Consta del Castillo Menor, de origen ibérico, y el Castillo Mayor, de origen romano. Ambos están conectados por una muralla que fue ensanchada durante el periodo de dominio árabe y de la cual a día de hoy aún se conservan varios tramos.

The hill town marketplace and Luthen and young Kleya’s subsequent departure along a castle wall was captured at Xàtiva Castle.

En el episodio 2×10, el Castillo de Xàtiva aparece durante un flashback en el que Kleya recuerda un episodio traumático de su pasado marcado por el fusilamiento de varios civiles a manos de los soldados de asalto. La escena del mercado fue rodada en las grandes escaleras exteriores del castillo, mientras que el lugar del reencuentro de la joven Kleya con Luthen fue rodada en las murallas. De fondo, se puede avistar el Castillo Menor, al cual se le añadieron digitalmente nuevas torres y cúpulas.

Sevilla – El ataque de los clones

Star Wars visitó España por primera vez en el año 2000, cuando el equipo de producción de El ataque de los clones se desplazó hasta Sevilla, y más concretamente a la Plaza de España, para rodar una escena de la segunda entrega de la trilogía de precuelas, la cual vio la luz en 2002. En la película, sirve como el nuevo patio del Palacio Real de Naboo, ubicado en Theed, la capital de dicho mundo del Borde Medio que hizo su primera aparición en La amenaza fantasma.

La Plaza de España es un complejo arquitectónico situado en el parque de María Luisa de Sevilla y fue diseñada por Aníbal González en vistas a la Exposición Iberoamericana de 1929. Se trata de una plaza semicircular adoquinada bordeada por un conjunto de edificios, entre ellos el cuartel general del Ejército de Tierra, y en cuyo interior alberga una fuente central y un canal de unos 500 metros de longitud que pueden cruzar los paseantes a través de varios puentes.

La Plaza de España aparece en la escena de la llegada de Anakin y Padmé a Naboo, durante la cual ambos atraviesan uno de los puentes que cruza el canal y pasean por la galería que recorre los edificiso. Pese a que mantiene sus características principales, la plaza fue retocada digitalmente, pues fue expandida a un círculo completo y se le añadieron los domos típicos de la arquitectura de Naboo.

Fuerteventura – Han Solo: una historia de Star Wars

Entre mayo y junio de 2017, el spin-off Han Solo: una historia de Star Wars centró su rodaje en las Islas Canarias, concretamente en Fuerteventura, cuyas planicies áridas sirvieron como el escenario de Savareen, un mundo del Borde Exterior caracterizado por sus enormes océanos salpicados por continentes principalmente desérticos.

Solo brings the battered Falcon to rest on the shores of Savareen, and the crew delivers the coaxium to the locals for processing. “Just did the Kessel Run in 12 parsecs,” Han brags to one of the refinery’s technicians. Chewbacca growls in protest. “Not if you round down, buddy,” Han tells him.

Fuerteventura es la isla más antigua del archipiélago canario geológicamente hablando y la segunda más extensa, abarcando una superficie de 1659 kilómetros cuadrados. Como el resto de sus hermanas, es de origen volcánico y está situada en el Océano Atlántico, a unos 97 kilómetros de la costa noroeste africana. El lugar en el que rodaron las escenas se encuentra en las arenas rubias de Cañada de la Barca, en el Parque Natural de Jandía, ubicado en la península homónima situada al sur de la isla.

Enfys Nest explains the true purpose of the Cloud-Riders: to fight back against the injustices of the galaxy’s five major crime syndicates, including Crimson Dawn. “The war’s just begun,” she tells Beckett and his crew. Privately, Han urges Beckett to surrender the coaxium to the Cloud-Riders in exchange for help killing Dryden Vos, thereby gaining back their freedom. Beckett sees through him, adding, “Maybe get your girlfriend back while we’re at it.” The older gunslinger is already thinking about the next big job, one last score, and urges Solo to come along. But, in spite of himself, Han chooses to be the good guy, and they go their separate ways.

Esta ubicación acapara prácticamente todo el metraje del tercio final de la película. Han Solo aterrizó el maltrecho Halcón Milenario en la costa de Savareen tras su apurada huida de Kessel, durante la cual recorrió el famoso Corredor de Kessel en menos de 12 parsecs, una hazaña de la que presumió hasta el final de sus días. En las dunas de Savareen, Han formó su alianza con Enfys Nest y se enfrentó en un duelo al estilo western con Tobias Beckett que acabó con la muerte de este último.

‘Andor’ 2×07, 2×08, 2×09 «Messenger», «Who Are You?» y «Welcome to the Rebellion» – curiosidades y guiños

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Tercer arco de Andor, que aunque es el penúltimo, sirve de conclusión para la trama que se ha estado preparando desde el inicio de la temporada, concretamente la relacionada con Ghorman. Los episodios titulados El mensajero, ¿Quién eres y Bienvenida a la rebelión nos han entregado la dramática resolución de varios personajes y de un planeta entero, todos víctimas de los tétricos designios de la maquinaria de guerra imperial. No olvidéis repasar el análisis anterior y comenzamos

¡Alerta Spoilers!

Base selvática

Un detalle que debemos señalar antes de nada es ese sonido que acompaña al primer episodio de cada nuevo arco cuando aparece la fecha en la que nos encontramos. Podemos afirmar que se trata del característico tono producido por el yunque del campanario de Ferrix, que estaba hecho de beskar o acero mandaloriano. Recordemos que en ese planeta utilizaban dicho instrumento para indicar las horas al golpearlo con unos martillos, hechos igualmente de beskar. Con ese sonido nos adentramos en el año 2 ABY, año crucial en la historia galáctica. Es la fecha en la que se funda la Alianza para Restaurar la República y para muchos es cuando se inicia oficialmente la Guerra Civil Galáctica, o al menos así se consideraba en el antiguo Universo Expandido.

Kanan, Ezra, Sabine, and Chopper arrive at Yavin 4 -- the new secret home of the Rebellion. Shortly thereafter, Hera returns from a mission with what's left of her squadron, making a crash-landing.
La base rebelde de Yavin IV en la 4ª temporada de Rebels.

Por eso es que iniciamos en la luna Yavin 4, cuyo Gran Templo Massassi ha sido base rebelde desde que el general Jan Dodonna se estableció ahí con su célula rebelde, que se llamó el Grupo Massassi precisamente por ese lugar. Aun no es oficialmente el cuartel general de la Alianza Rebelde porque la Alianza no está fundada todavía, pero de facto si funge como tal al ser el epicentro de la actividad rebelde en la Galaxia. Aunque existen otras bases, otras células, estos episodios nos remarcan la importancia de Yavin como punto de encuentro y formación del ejército que está destinado a plantar cara al mismísimo emperador Palpatine.

Eso implica que todo tipo de seres se reúnan allí, incluida una especie de curandera que definen como una sanadora de la Fuerza. Supuestamente es capaz de usar el poder de la sanación, una rara habilidad que permite curar heridas a través del poder de la Fuerza. Usuarios destacados capaces de emplear dicha facultad son Grogu, Rey y Barriss Offee. También se ve entre los rebeldes al droide AL1-L3 alias ‘Allie’ uno de los trabajadores de la minas de especias de Kessel que se liberó tras la revolución droide provocada por L3-37, como vemos en la película Solo. En el Episodio IX fue uno de los acudieron a la llamada de Lando Calrissian para participar en la batalla de Exegol. Y uno de los nuevos reclutas que se presenta ante Vel Sartha es Ruescott Melshi, el preso de Narkina V que escapó de la prisión junto a Cassian y que formó parte del equipo rebelde que se infiltró en Scarif.

Senado corrompido

Entre los muchos cambios impuestos por los imperiales, además de ciertos elementos decorativos, arquitectónicos y de diseño, está la guardia del senado. En tiempos de la República, los guardias senatoriales eran la fuerza de élite que protegía a todo el distrito del Senado, fácilmente distinguibles por sus ornamentados cascos, largas túnicas y armaduras, todas ellas de un característico color azul. Incluso contaban con una división de comandos para realizar las misiones y operaciones especiales del gobierno. Pero con el alzamiento del Nuevo Orden la mayor parte de esa guardia fue disuelta y reemplazada por los oficiales de seguridad que vemos en estos episodios. Aunque sus túnicas siguen siendo del color azul de la antigua guardia, el uniforme que llevan es el mismo que todos los imperiales y está claro a quien obedecen.

Como detalle, algunas fuentes hablan del Guardia del Senado Imperial, el último resto de la antigua guardia que continuó aunque sirviendo al Imperio. Estos portaban la misma armadura que la Guardia Imperial, la conocida Guardia Roja de Palpatine, solo que con el color azul característico. Aparecen en el videojuego El Poder de la Fuerza armados con picas láser y lanzas de cortosis, ideales para el combate contra espadas láser.

Y algo curioso de estos episodios es que en los pasillos del senado aparecen de fondo un gran cantidad de nuevas especies alienígenas, sin identificar. Es una novedad, pues las series de acción real de Star Wars se han caracterizado por aprovecharse más de especies clásicas que en crear nuevas.

Falsa bandera

La operación imperial en Ghorman ha concluido con éxito. El plan del director Krennic de incitar a los ghormanos a actuar violentamente contra la ocupación imperial e incluso organizar ataques contra intereses imperiales como si fueran provocados por rebeldes da sus frutos para justificar la masacre que se produce y alimentar así la propaganda del Imperio. Es una táctica que el Imperio usó en múltiples ocasiones, a la que tiene que recurrir cuando no puede exterminar poblaciones en secreto. Ocurrió así con el asesinato de la ministra de Lothal Maketh Tua, que murió en una trampa tendida por el Imperio cuando intentaba desertar y acusaron a los rebeldes de su muerte. Por contra, a los geonosianos los exterminaron casi por completo sin que prácticamente nadie se enterase.

Imperial KX-units
Droides Kx imperiales durante la Masacre de Ghorman (starwars.com).

Al igual que hará Andor en Eadu, este se dirige a Ghorman con intención de asesinar a un mando imperial mediante un disparo de precisión a distancia. Y al igual que en la película viaja a bordo de un caza de apoyo UT-60D Ala-U, que parece haberse convertido en su nueva nave personal. Precisamente Eadu es mencionado como el lugar donde se ubica el laboratorio de conversión de energía de la Iniciativa Tarkin dirigido por Galen Erso también conocido por ser refinería de kyber. Y como parte de la masacre el Imperio utiliza a los droides de seguridad serie KX, los mismos que capturaron a Andor durante sus vacaciones en Niamos. Aunque estos droides suelen emplear armas, tanto blasters como electro porras, el Imperio los usa para masacrar a la población de Ghorman a base de pura fuerza bruta.

Y claro está, el droide que Andor se lleva como recuerdo de la masacre de Ghorman no es otro que K-2SO, el mismo que será su compañero en sus operaciones secretas, como vemos en Rogue One. De dicha película también sale el dicho «Las Rebeliones se basan en la esperanza», la frase citada por el recepcionista Thela al despedirse de Cassian cuando este abandona el hotel.

Servicio de inteligencia

Aunque no está claro el actual estado de la red rebelde de Luthen Rael, lo que parece claro es que varios de sus operativos han dejado de estar bajo su mando directo. Según parece, Andor ya está a las órdenes del general Davits Draven igual que en Rogue One. Veterano de las Guerras Clon, Draven se unió a la rebelión a través de Mon Mothma, donde fue entrenado por el futuro jefe de inteligencia de la Alianza, el general Airen Cracken. Precisamente por eso Draven asumió el rol de jefe de inteligencia en Yavin 4 por la ausencia de Cracken, incluyendo su puesto en el Consejo Rebelde.

General Draven
El general Draven (starwars.com).

Aunque los rebeldes de Yavin 4 que vemos en este episodio ya son muy similares en apariencia a los de Rogue One, aun no son los mismos exactamente. Esto se puede ver en las insignias de rango de Draven y Andor, que son las de general y capitán. Como la Alianza aun no se ha formado oficialmente esa podría ser la razón de que sus insignias y uniformes no luzcan igual como en las películas.

Discurso crucial

Finalmente llegó el momento decisivo en la carrera de Mon Mothma. No pudiendo aguantar más la villanía del emperador, finalmente se decidió a denunciarlo públicamente y sin tapujos ante el Senado Galáctico. Este hecho ya se mostró parcialmente en Rebels, mediante un holograma que transmitió parte de su discurso, aunque es diferente del que hemos escuchado en esta serie. Precisamente es en Rebels donde continua la historia de esta fuga. Fue el Escuadrón Oro, liderado por el capitán Jon ‘Dutch’ Vander, el que siguió escoltando a Mothma, que junto a su asistente Erskin Semaj fueron también ayudados por el Espíritu de Hera Syndulla y el equipo de los Espectros. Y el discurso que va a pronunciar, en la órbita de Dantooine, no en Yavin, es el que hace al final de dicho episodio, la Declaración de la Alianza Rebelde.

Una declaración que se considera el acto fundacional de la Alianza para Restaurar la República, además de que significó la formación de la Flota Rebelde al reunirse por primera vez.

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